El acuerdo nuclear entre Irán y seis grandes países que surgió en 2015 y, que estuvo detenido durante varios años, por fin se reactivó. Sin embargo, la historia de Irán, la energía nuclear y su relación turbulenta con Occidente no es nueva y ha estado en la agenda mundial por varias décadas, acá les explico de qué va todo esto y el panorama hacia un nuevo acuerdo nuclear.
Irán es un país localizado en la intersección entre el mundo árabe, turco, indio, caucásico y ruso; y, pese a que desde hace décadas se sabe de la rivalidad entre Estados Unidos e Irán, su relación no siempre ha sido mala. De hecho, fueron agencias de inteligencia estadounidenses (la CIA) y británicas quienes en 1953 ayudaron a derrocar al primer ministro iraní –el primero que había llegado al poder democráticamente— y fue también a finales de esa década que, con la ayuda de EE. UU., el programa nuclear iraní comenzó. Como se verá a continuación, el programa nuclear iraní está estrechamente vinculado con la industria petrolera.
Tras colocar a un gobierno amistoso, Occidente presionó al sha (título que reciben los morcas iraníes desde la antigüedad) a firmar el Acuerdo de Consorcio en 1954 con el que el 40 por ciento de la industria petrolera iraní pasaría a ser parte de compañías petroleras estadounidenses, británicas y francesas por un plazo de veinticinco años. Tres años más tarde EE. UU., para mostrar su buena fe por las concesiones petroleras dadas, le proporcionó a Irán un reactor nuclear y combustible de uranio enriquecido apto para armas a través del programa “Átomos para la Paz”, por supuesto, el entonces presidente estadounidense, Dwight D. Eisenhower, tenía la idea de promover este programa nuclear “en beneficio de toda la humanidad”.
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Siendo Estados Unidos el país que históricamente consume la mayor cantidad de petróleo (20.31%) e Irán uno de los países petroleros más importantes, para EE. UU. resultaba crucial mantener como aliado al país persa sobre todo cuando, para intentar recobrar el control de sus reservas, los países petroleros del Medio Oriente y Venezuela crearon en 1960 la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Con el crecimiento de las ganancias y de la influencia de los países de la OPEP, poco más de una década más tarde, Nixon, entonces presidente estadounidense, ofrece a Irán la posibilidad de comprar todas las armas no nucleares que desee a cambio de proteger sus intereses.
La colaboración entre Occidente e Irán continuó hasta que estalló la Revolución Iraní en 1979, aunque antes, en 1970, con las crecientes preocupaciones mundiales para prevenir la propagación de armas nucleares, entró en vigor el Tratado de No Proliferación Nuclear del cual Irán era signatario pero, precisamente con el cambio de dinastía en 1979, la firma dejó de tener vigencia e Irán pasó de ser un aliado occidental a un país abiertamente antioccidental; fue entonces que comenzó a perseguir nuevos objetivos nucleares.
En las décadas siguientes ocurren varios acontecimientos importantes que directa o indirectamente tiene que ver con los intereses petroleros y el programa nuclear, como la creación de Hezbollah, la guerra entre Irak e Irán (en la que EE. UU. intervino), la imposición de sanciones estadounidenses al petróleo iraní y la declaración de EE. UU. de que Irán era un Estado patrocinador del terrorismo, la Guerra del Golfo Pérsico y muchos otros. Incluso, a inicios de los 2000, EE. UU. e Irán mejoraron brevemente sus relaciones y colaboraron secretamente para combatir a los talibanes, aunque eso se acabó cuando Bush dijo en el año 2002 que Irán era parte del “eje del mal”; sin embargo, no se ahondará en nada de ello pues distraen del objetivo de este resumen.
En todos esos años, el programa nuclear iraní siguió funcionando y el gobierno siempre declaró que fue con fines civiles, cuestión en la que la Agencia Nacional de inteligencia de Estados Unidos discrepó pues, en un informe, declaró que desde el año 2003 Irán dejó de hacer trabajos relacionados con el desarrollo de armas nucleares, aunque el país continuó adquiriendo experiencia con respecto a las tecnologías nucleares.
En el año 2013, cuando se eligió a Hassan Rouhani como presidente de Irán, se abrió una ventana de oportunidad para comenzar a negociar un acuerdo que tuviese tranquilo a Occidente y que le diese un alivio a Irán, pues las sanciones le han causado pérdidas billonarias durante años. En ese año, Barack Obama hizo una llamada al recién electo Rouhani y así comenzó una nueva era para un acuerdo nuclear inicial.
Fue en 2015 cuando ocurrió algo histórico: Irán junto con China, Francia, Rusia, el Reino Unido, los Estados Unidos y Alemania (conocidos como P5+1) firmaron el acuerdo conocido formalmente como Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) con el que Irán aceptó desmantelar gran parte de su programa nuclear a cambio de algunos beneficios que aliviarían su golpeada economía.
Con el JCPOA Irán aceptó no producir materiales que pudieran utilizarse en un arma nuclear y abrir sus instalaciones a inspecciones internacionales hechas por el Organismo Internacional de la Energía Atómica –el organismo de vigilancia nuclear de las Naciones Unidas—, así como garantizar que dos de sus instalaciones sólo realizaran trabajos civiles, incluida la investigación médica e industrial.
A cambio, Irán tendría como beneficio que las sanciones con valor de miles de millones de dólares que le han impuesto Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas se reduzcan. También se levantaría el embargo de las Naciones Unidas para que Irán pueda realizar transferencia de armas convencionales tras cinco años de comprobar que el acuerdo se cumplía de forma adecuada.
No obstante, el acuerdo hecho entre Irán y los países del P5+1 no duró mucho, pues en 2018 Donald Trump tomó la decisión de retirar a Estados Unidos del JCPOA y, en 2020, la situación empeoró cuando Estados Unidos asesinó al general iraní Qasem Soleimani; fue entonces cuando Irán decidió perseguir sus propios intereses nucleares sin restricción alguna.
Finalmente, el año pasado, Joseph Biden dijo que Estados Unidos regresaría al acuerdo si Irán cumplía con éste nuevamente y retomó las negociaciones en abril. Meses más tarde, las elecciones iraníes tuvieron lugar y quedó electo el presidente Ebrahim Raisi, hecho que fue visto como algo potencialmente perjudicial por sus antecedentes. Aun así, en junio de este año las negociaciones se reactivaron y a inicios de agosto la Unión Europea presentó un borrador final del nuevo texto para el acuerdo.
La intención del JCPOA es, supuestamente, evitar conflictos regionales con los otros poderes de la región, es decir, Israel y Arabia Saudita (aliados de Estados Unidos) aun así, estos países nunca han sido incluidos formalmente en las negociaciones, aunque sí han emitido sus opiniones y han mantenido comunicación con Washington.
El programa “Átomos por la Paz” de cierta manera buscaba frenar la influencia soviética durante la Guerra Fría y asegurar el acceso de Estados Unidos al uranio, pero en su lugar creó nuevos conflictos y uno de los retos diplomáticos más grandes.
Por supuesto, detrás de esto hay más pues al remover algunas sanciones y restricciones a Irán, se reactivó la exportación de petróleo y de algunos productos agrícolas, insumos estratégicos y aún más importantes tras las sanciones a Rusia.
Los próximos días y semanas serán decisivas para saber si el acuerdo sigue adelante o no pues, por una parte, Irán pidió más garantías en caso de que EE. UU. decida salirse del acuerdo por segunda vez (a lo cual EE. UU. ya envió sus comentarios) y, por otra, hay gobiernos como el de Israel que presionan a Biden para frenar el pacto. Aún así, EE. UU., hasta ayer se mostraba optimista en lograr un acuerdo nuclear con Irán.
Jeziret Gallardo
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