El 15 de agosto ondearon banderas blancas y hombres armados circularon en camionetas por las calles de Kabul, los talibanes celebraban el primer aniversario desde su llegada al poder. Hace un año tras la toma de Kabul, circularon alrededor del mundo las imágenes de los talibanes en la mesa presidencial y de miles de personas inundando el aeropuerto de la capital intentando huir del país, mientras que Estados Unidos y la OTAN retiraban sus tropas del suelo al que llevaron la guerra durante dos décadas.
Muchas notas en este lado del mundo hablan de los talibanes desde una perspectiva que encaje con la visión de Occidente, particularmente ahora que se cumple un año de su llegada al poder, pero muy pocas hablan de lo que realmente piensan los afganos sobre ellos o aborda las cuestionables decisiones de los países que mantuvieron a Afganistán en guerra durante cuatro décadas.
Antes de avanzar, cabe mencionar que no se trata de negar las fallas o los crímenes del régimen talibán ni los problemas que enfrenta el país tras su llegada, sino de ver a Afganistán más allá de los talibanes y de recordar que quien sufre es su gente.
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Durante los 20 años de ocupación la guerra afectó principalmente a los afganos de las zonas rurales quienes eran bombardeados de manera continua. En esas dos décadas, del lado afgano, fueron asesinados 47,245 civiles, 66,000 militares y policías y, 51,191 talibanes y combatientes de oposición; del lado estadounidense y de la OTAN fueron 7,456 personas entre militares, oficiales de la CIA y contratistas.
Fazelminallah Qazizai, un reportero afgano que continúa ejerciendo su profesión en su país de origen, dijo en una entrevista algo que poco se menciona en los medios sobre los talibanes y es que, de acuerdo con su visión, Afganistán vive uno de los momentos de mayor seguridad en cuatro décadas, pues antes de Estados Unidos y la OTAN, Rusia también llevó la guerra a Afganistán.
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Qazizai precisa que los talibanes han cambiado en cierta medida –aunque no tanto como los afganos quisieran— y que lo que le preocupa a la gente hoy en día es la economía y la situación política, pero también destaca que las sanciones impuestas por Estados Unidos y otros países a los talibanes a quien en realidad perjudica es al pueblo afgano. Los afganos no eligieron a los talibanes como gobernantes, sin embargo, ellos sufren las consecuencias de las decisiones tomadas por Occidente.
Al respecto, la semana pasada, 71 economistas y expertos enviaron una carta al presidente estadounidense, Joe Biden, pidiendo que los fondos de las reservas extranjeras afganas se descongelaran. No obstante, el 15 de agosto Biden decidió unilateralmente que no regresaría los siete billones de dólares de Afganistán y suspendió las conversaciones con los funcionarios talibanes relacionadas con este tema, otros países también congelaron fondos por 2 billones de dólares.
Los países occidentales imponen sanciones supuestamente porque les preocupa que las mujeres no puedan ir a la escuela o que las minorías en Afganistán sean atacadas pero, al secuestrar los fondos del banco central de Afganistán surgen preocupaciones mayores, como no tener acceso seguro a un salario o a los ahorros familiares. Esto, sumado a los efectos de la guerra en Ucrania, ha devaluado la moneda afgana y ha provocado que más de la mitad de la población requiera apoyo para sobrevivir y conseguir alimentos, lo que se traduce en 24.4 millones de personas, de las cuales 13.1 millones son niños. La situación es todavía peor para las niñas, quienes tienen el doble de probabilidades que los niños de irse a dormir con hambre.
Por otro lado, mientras Estados Unidos se preocupa por los abusos hacia las minorías afganas, decenas de miles siguen esperando en campos de refugiados o en alojamientos temporales a que Estados Unidos les dé respuesta a su solicitud de asilo. Y, en el Reino Unido el Ministerio del Interior informó también el 15 de agosto que los refugiados deben de comenzar a buscar sus propios alojamientos, pese a que la mayoría no cuenta con los papeles necesarios para hacer las gestiones ni hablan inglés.
Aunado a estos sin sentidos, una última cosa que sucedió el 15 de agosto fue la reaparición del expresidente afgano, Ashraf Ghani, quien en televisión dio un discurso en el que aseveró que él sigue siendo el presidente de Afganistán, asunto que no le causó gracia a los afganos, pues hace un año huyó del país y lo dejó a merced del nuevo régimen.
A un año del regreso de los talibanes a Afganistán, los talibanes son la menor preocupación del país.
- Jeziret Gallardo
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