OPINIÓN JEZIRET GALLARDO

¿Una solución de dos Estados? Las contradicciones de Biden durante su visita a Israel y Palestina

El conflicto palestino es ambiguo y enmascara una realidad mucho más profunda, lo que vemos aquí es cómo una potencia regional como EU respalda a Israel.

Joe Biden, presidente de EU y Mahmud Abbas, mandatario palestino
Joe Biden, presidente de EU y Mahmud Abbas, mandatario palestinoCréditos: EFE
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En la reciente visita que Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, hizo al Medio Oriente reservó unas horas para reunirse con el presidente palestino Mahmud Abbas. En una parte de su discurso dijo que, “aunque la solución de dos Estados parece lejana, no debe de perderse la esperanza”, pero días antes se autodenominó sionista. En el artículo de hoy veremos algunas de las contradicciones en el discurso de Biden sobre su política hacia la resolución del conflicto palestino-israelí, es decir, con respecto a la colonización israelí de Palestina y se verá cómo la solución de dos Estados se ve amenazada cada vez más por los planes de expansión pasados, presentes y futuros del Estado sionista.

Antes de iniciar, hay que decir que denominar conflicto a lo que ocurre entre Israel y Palestina es ambiguo y enmascara una realidad mucho más profunda; pues más que un conflicto, lo que vemos aquí es a una potencia regional con gran capacidad militar, política y económica respaldada por EU: Israel, que despoja sistemáticamente de su territorio a un grupo más débil: los palestinos. En este proceso Israel comete crímenes de guerra y viola impune numerosas leyes internacionales; un ejemplo de ello es la transferencia de población civil a territorios ocupados que es una de las formas en que Israel hace limpieza étnica lo cual, por supuesto, es un crimen de guerra, aunque la lista es larga y para ello pueden consultarse los informes de organizaciones internacionales.

Cuando Biden aterrizó en Israel, una de las primeras cosas que dijo y que causó una gran controversia fue que “no es necesario ser judío para ser sionista”, sin embargo, recordemos que el sionismo no se trata de un grupo étnico ni de una nacionalidad, sino de una ideología política. Por lo que, simpatizar con el sionismo no es sinónimo de simpatizar con judíos y solamente es simpatizar con un sector de los israelíes que están a favor de este tipo de políticas. Tampoco ser pro-sionista es recordar a las víctimas del Holocausto y decir “nunca más” –aunque los sionistas si usan este tema para ganar adeptos alrededor del mundo— sino que es estar a favor de una política ligada al despojo, el colonialismo y la violencia, en este caso, perpetrada contra la población nativa de Palestina. Para quienes no sepan de qué hablo, les dejo el enlace a una nota que escribí en mayo y un pequeño video (en inglés) que habla sobre ello, verán que no es nada nuevo que Biden se autodenomine sionista.

La contradicción de Biden está en que, por una parte, dijo que sigue pensando en una solución de dos Estados para resolver el colonialismo y limpieza étnica que Israel lleva a cabo en Palestina desde 1948 y, al mismo tiempo, se autodenominó sionista. Lo anterior denota ya sea confusión con respecto a lo que significa sionismo y cuáles son las políticas que éste lleva a cabo o cinismo, pues ninguna persona que lleve como estandarte la lucha por los derechos humanos diría algo así a menos que su lucha o su activismo fueran una farsa.

En cualquier caso, que un presidente estadounidense se asuma como sionista es un acto que sirve como propaganda y que, dada la poca o la mala calidad de la información que tienen las personas con respecto a este tema, es fácil confundirnos y hacer que pensemos que judíos, israelíes y sionistas son lo mismo y, con ello, validar la narrativa y las acciones criminales sionistas pese a que muchos judíos, dentro y fuera de Israel, están en contra de las políticas sionistas del Estado israelí.

Otra contradicción de Biden al decir que apuesta por una solución de dos Estados es no revocar la decisión del expresidente Donald Trump, cuando movió la embajada estadounidense de Tel Aviv a la ciudad ocupada de Jerusalén. Esta ciudad, llamada por los palestinos y los árabes Al Quds, es uno de los asuntos más espinosos dentro del conflicto colonial y, de haber una solución de dos Estados, Jerusalén Este debe establecerse como la capital del Estado de Palestina.

No obstante, en Jerusalén Este es donde los palestinos son más propensos a sufrir las consecuencias de las políticas sionistas de limpieza étnica ya que, como lo señala la organización Norwegian Refugee Council, el 35% de Jerusalén Este ha sido expropiado por Israel para construir asentamientos y, en el año 2020, el 20% de las demoliciones, desalojos y confiscación de propiedades a palestinos ocurrió en esta ciudad. Además, se sabe que Israel tiene planes maestros que buscan eliminar todo rastro de la presencia palestina de esta ciudad para el año 2050. Hay varios planes que desde hace décadas y en la actualidad se llevan a cabo en toda Palestina, pero sobre ello ahondaremos en otro artículo.

Ahora bien, como se mencionó al inicio, Biden reconoce que la solución de dos Estados parece lejana y más bien parece que para EU la opción más viable es apostar por que no haya solución y dejar que el tiempo y el gobierno sionista hagan lo suyo. Aun así, Biden dijo que: “debe de haber un horizonte político que el pueblo palestino pueda realmente ver o al menos sentir” y que “no podemos permitir que la desesperanza nos robe el futuro".

Sin embargo, si como menciona la Organización Mundial Sionista, uno de sus objetivos es “promover el asentamiento de agricultores, artesanos y comerciantes judíos en Palestina” o si como dice el Consejo Yesha –organización sionista que agrupa a las autoridades locales israelíes en los Territorio Palestinos Ocupados— una de sus metas es “impedir la creación de un Estado palestino entre el río Jordán y el mar Mediterráneo”, no habrá una solución de dos Estados, pues no habrá más territorio donde pueda crearse un Estado palestino, o al menos uno que finalmente sea reconocido por la comunidad internacional.

Porque Palestina existe, pero no sabemos por cuánto tiempo más.