Después de la Segunda Guerra Mundial, Berlín, la ciudad capital de Alemania, fue dividida en cuatro sectores, tres de ellos administrados por los franceses, británicos y estadounidenses. La Unión Soviética se quedó con lo que se conocería como Berlín oriental. Pero no sólo Berlín fue dividida. Alemania se dividió en dos, en una de ellas, Stalin instauró un gobierno comunista. Muchos berlineses orientales decidieron migrar hacia Berlín occidental, donde había apertura comercial, cultural, económica y política y el futuro pintaba mejor. Para evitar fugas masivas, el gobierno comunista decidió levantar un muro que separara a un Berlín del otro en 1961.
Años después del final de la guerra, Berlín oriental era una zona gris, tanto por sus monótonos bloques habitacionales como por los escombros que no habían sido removidos. En cambio, Berlín occidental fue reconstruido y estaba abierto al comercio cultural, económico y político con el resto del mundo. Por esta razón, muchos berlineses orientales decidieron migrar hacia Berlín occidental. Para evitar una fuga mayor, el gobierno comunista decidió levantar un muro de hierro y cemento que separara a un Berlín de otro en 1961.
El famoso muro de Berlín tuvo varias etapas: primero los guardias de Alemania oriental bloquearon las fronteras con alambre de púas, después se construyó un muro de cemento. Los berlineses occidentales veían un muro de 120 cm. de grosor, 3.6 m. de altura, pero del otro lado, el muro era solo una parte de la pesadilla. Después del muro había trincheras para evitar que las personas intentaran saltar el muro desde un camión o que éste chocara con él. Después había dunas, patrullas, torres de vigilancia, la “franja de la muerte” (formada por alambre de púas), una reja y otro muro. Y todo perfectamente iluminado, patrullado constantemente por guardias y sus perros. Entre 1961 y 1989, murieron 171 personas intentando cruzar hacia Berlín occidental.
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En 1985, es elegido un nuevo líder de la URSS: Mijaíl Gorbachov. Gorbachov se mostraba amistoso con occidente; se reunió, de manera exitosa, con Ronald Regan, y se llevaba bastante bien con la primera ministra británica, Margaret Thatcher. Además, decidió abandonar el control sobre pequeños países satélite de la URSS. Los pequeños comunistas tendrían que resolver sus problemas solos.
Polonia, Hungría y Checoslovaquia empezaban a tener cambios importantes: sus siguientes elecciones ya no fueron de partido único, como se acostumbraba en el régimen comunista. En Berlín oriental, empezaron las movilizaciones en las calles y las migraciones vía Austria o Checoslovaquia para llegar a Berlín occidental. Para entonces, con tantos cambios ideológicos, Alemania oriental estaba sola.
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La noche del 9 de noviembre de 1989, Günter Schabowski, representante del Partido Socialista Unificado de Alemania, da una rueda de prensa en la que declara que una nueva ley de viaje para cruzar la frontera entre oriente y occidente entraba en vigor inmediatamente. Miles de berlineses se apresuraron a llegar a la frontera para cruzar a Berlín occidental.
En la madrugada del 10 de noviembre, las calles de Berlín estaban abarrotadas de personas buscando a familiares y amigos que no habían visto en años, estaban llenas de música y de jarras de café que se pasaban de mano en mano. Entonces, a las 5 am, los berlineses occidentales escucharon martillos y taladros. Poco a poco empezaron a aparecer grietas en el muro, como las de una presa a punto de reventar.
Sapere aude! ¡Atrévete a saber!
(Héctor Zagal y Karla Aguilar, coautores de este artículo, conducen el programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal)