En lo que va del año 2022, 674 estructuras de propiedad palestina han sido demolidas por la ocupación israelí, lo que se traduce en 759 palestinos desplazados. Al mismo tiempo, Benjamin Netanyahu dice que, para bajar los costes de la vivienda para israelíes, hay que anexionar más territorio palestino.
Las estrategias israelíes de colonización son variadas, pero la demolición de propiedades palestinas es una de las más obvias, pues una vez destruidos los hogares y los medios de vida de una familia palestina, ésta se ve obligada a abandonar su lugar de residencia. Posteriormente, ese territorio es anexionado por Israel y se construyen nuevas casas para que los colonizadores, judíos provenientes de Israel y de otros países, tengan un nuevo hogar.
En 2015, durante mi estancia en la ciudad palestina de Nablus, conocí a muchas familias originarias de hermosas ciudades de la costa del Mediterráneo como Haifa, Jaffa o Acre, las cuales ya ni siquiera son consideradas palestinas pues, al crearse Israel como una nueva nación sobre el territorio palestino, muchos pueblos y ciudades pasaron a ser parte de Israel.
Netanyahu, un político y exmilitar sionista de extrema derecha que se ha visto involucrado en numerosas controversias, está buscando el voto del pueblo israelí –una vez más— en las próximas elecciones, para lo cual una de sus promesas es llevar a cabo grandes proyectos en Palestina aun cuando, por la magnitud de dichos proyectos, se requieren reformas a la ley. Por supuesto, y como se ha mencionado en otros artículos, construir sobre territorio ocupado viola el derecho internacional, pero los sionistas siempre han considerado que sus leyes están por encima de las leyes internacionales.
Con los acontecimientos mundiales de los últimos años, como la pandemia por COVID19 y la guerra ruso-ucraniana, la economía mundial se ha visto afectada y, en general, los costes de vida han ido en aumento, incluidos los precios de la vivienda. En Israel, el precio de las viviendas en las principales ciudades es exorbitante, por eso, se considera que una “buena opción” es construir sobre territorio palestino. Lo anterior cumpliría con dos funciones para el Estado sionista: la primera, aminorar los precios de la vivienda y, la segunda, dar continuidad espacial entre las ciudades israelíes y las colonias que se adentran en territorio palestino.
Durante el año 2021, la población israelí era de 9,4 millones, de los cuales 6,9 millones eran judíos (73.9%) y 1.9 millones eran árabes (21.1%). En ese mismo año, la población israelí creció 1.7%; de ese incremento, el 83% se dio de manera natural y el 17% se dio por la inmigración internacional de judíos que automáticamente adquieren la nacionalidad israelí.
Mientras tanto, entre los años 2009 y hasta octubre de 2022, han sido demolidas un total de 8,862 estructuras y han sido desplazadas unas 12,949 personas. Las estructuras demolidas son de tipo residencial, de servicios o de infraestructura y más allá de las demoliciones, Israel también ha confiscado terrenos agrícolas palestinos para expandir sobre éstos sus colonias.
Además, Israel pretende dar beneficios fiscales para fomentar la inversión extranjera para la construcción de viviendas (como ha hecho siempre) con lo cual, empresas internacionales se convierten en cómplices del régimen de apartheid israelí. Resulta contradictorio que, mientras Yair Lapid dice ante la ONU que está a favor de una solución de dos Estados (uno israelí y uno palestino), durante el año en el que su coalición con Bennet ha estado frente al gobierno israelí, los proyectos de asentamientos en Palestina han incrementado en 26% con un total de 7,292 unidades habitacionales planeadas para su construcción. Algunos de los planes que expansión ilegal sobre territorio palestino son:
- La construcción de 1,446 unidades de asentamiento ubicadas entre los asentamientos ilegales de Har Homa y Givat Hamatos.
- Nueva colonia con 650 unidades habitacionales cerca de la ciudad palestina de Belén.
- Mega proyecto E1 con 3,412 unidades habitacionales cerca de la colonia Maale Adumim.
El mega proyecto E1 es tan ambicioso que merece un artículo por separado para explicar sus características y sus objetivos, que van más allá de ofrecer nueva vivienda a los colonos israelíes, pues pone en riesgo cualquier oportunidad futura de crear un Estado palestino.
Aunque tampoco hemos de culpar a los acontecimientos mundiales recientes de los problemas internos de Israel, los altos precios de la vivienda no es tema nuevo, ni tampoco que Netanyahu lo use para hacer campaña política. En 2011, las protestas sociales explotaron en Israel porque resultaba prácticamente imposible comprar una vivienda y las rentas también eran exageradamente altas y, en 2015, Netanyahu –quien era entonces primer ministro— fue criticado por no hacer suficiente para hacer frente a la crisis de vivienda en el país.
No obstante, la solución no puede ser nunca la colonización.
Jeziret Gallardo
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