Cada 30 de marzo, el mundo celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, una fecha que busca visibilizar el trabajo de miles de mujeres que, de manera invisible y muchas veces injustamente remunerada, contribuyen al funcionamiento de hogares y familias.
Esta jornada no solo destaca la labor indispensable de estas trabajadoras, sino que también subraya las luchas que enfrentan para obtener derechos laborales dignos y equitativos.
A pesar de los avances en la legislación de algunos países, las trabajadoras del hogar siguen siendo un grupo vulnerable que enfrenta una gran disparidad salarial, largas jornadas laborales, y la falta de acceso a prestaciones sociales como la seguridad social o pensiones. En muchos casos, aún son tratadas como empleadas informales, sin las garantías legales que corresponden a otros sectores laborales.
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La importancia de la visibilidad
El Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar también se convierte en una oportunidad para recordar que estas mujeres, muchas veces migrantes, son el pilar invisible que permite que muchas familias puedan funcionar a diario. Su trabajo, sin embargo, no siempre es reconocido ni valorizado de la manera que merece.
En países de América Latina y Asia, la situación es aún más alarmante. Las legislaciones no siempre las consideran trabajadoras formales, lo que les impide acceder a beneficios como la jubilación, permisos por maternidad, y una remuneración acorde a la jornada que desempeñan.
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El futuro de las trabajadoras del hogar
A pesar de los desafíos, el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar también es un espacio de reflexión y empoderamiento.
En México, dentro de la población económicamente activa (PEA) en el último trimestre de 2020 se identificaron 2.2 millones de personas –el equivalente a la población total de Querétaro– que se dedican al trabajo del hogar, y nueve de cada diez son mujeres (INEGI 2020). Las trabajadoras del hogar han sido históricamente objeto de una discriminación estructural. Esto se debe a que enfrentan obstáculos para ejercer sus derechos a raíz, sobre todo, de la naturaleza misma de su empleo.
La mayor parte de la sociedad no considera al trabajo del hogar como una ocupación “real”, sino como parte de las actividades “normales” o “naturales” de las mujeres. Por ello, este es un sector particularmente invisible y estigmatizado. Las condiciones que las trabajadoras del hogar enfrentan en el empleo son difíciles. A pesar de recientes reformas legislativas todavía realizan largas jornadas de trabajo, sin derechos laborales ni seguridad social, sin contrato, sin garantías de pensión y sin posibilidad de ahorro, entre otras privaciones.