La contaminación atmosférica en Nuevo León ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos meses, especialmente en el área metropolitana de Monterrey.
En febrero la ciudad registró las concentraciones más altas de partículas PM10 y PM2.5 a nivel nacional, según reportes de sitios especializados en monitoreo ambiental como IQ Air.
Estas partículas finas, con un diámetro menor a 2.5 micrómetros, pueden penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, causando diversas afecciones de salud.
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Municipios como Monterrey, San Nicolás y San Pedro encabezaron la lista de las zonas más contaminadas, principalmente debido a las elevadas concentraciones de partículas PM10, las cuales representan un riesgo significativo para la salud.
¿Qué consecuencias trae a la salud?
Enfermedades respiratorias
Asma: La contaminación del aire puede desencadenar ataques de asma y empeorar los síntomas en personas que ya padecen esta enfermedad.
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Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC): La exposición prolongada a contaminantes atmosféricos puede contribuir al desarrollo y agravamiento de la EPOC, una afección que dificulta la respiración.
Infecciones respiratorias: La inhalación de aire contaminado aumenta el riesgo de infecciones en las vías respiratorias inferiores, como la neumonía.
Enfermedades cardiovasculares
Cardiopatía isquémica: La contaminación del aire se asocia con un mayor riesgo de enfermedades del corazón, incluyendo ataques cardíacos.
Accidentes cerebrovasculares: La exposición a contaminantes puede incrementar la probabilidad de sufrir accidentes cerebrovasculares.
Cáncer de pulmón: La contaminación atmosférica, especialmente la exposición a partículas finas y otros contaminantes, ha sido clasificada como carcinógena para los humanos, aumentando el riesgo de cáncer de pulmón.
La Organización Mundial de la Salud estima que en 2019 aproximadamente el 68% de las muertes prematuras relacionadas con la contaminación del aire exterior se debieron a cardiopatías isquémicas y accidentes cerebrovasculares, el 14% a enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, el 14% a infecciones agudas de las vías respiratorias bajas y el 4% a cánceres de pulmón.