La historia de Mina, la osa rescatada tras años de cautiverio y maltrato, sigue conmoviendo a miles de personas. Bajo el cuidado de la Fundación Invictus, su recuperación ha sido calificada como un “milagro de la naturaleza” por su directora, Erika Ortigoza Vázquez.
En una reciente transmisión en vivo, Ortigoza compartió los avances médicos y emocionales de Mina, quien llegó al santuario en estado crítico, desnutrida, con infecciones severas e inflamación generalizada.
“Hoy Mina es irreconocible. Tenía todos sus orificios obstruidos, no podía moverse y sufría una inflamación terrible. Ahora come bien, duerme tranquila, se acomoda su camita y hasta mueve su cuellito”, relató la fundadora de Invictus.
Actualmente, Mina ha ganado más de ocho kilos, muestra una actitud activa y mayor movilidad. Su tratamiento incluye fototerapia, medicina biorreguladora, vitaminas y nebulizaciones, aplicadas por un equipo de especialistas voluntarios.
Ortigoza destacó que la fundación no recibe apoyo gubernamental, y su labor depende de donaciones ciudadanas y colaboración de empresas como Laboratorios Decra y Volaris Cargo, que han contribuido con medicamentos y traslados.
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Durante la transmisión, se presentaron iniciativas solidarias como la venta de productos en Mercado Libre Solidario y una lista de donaciones en Amazon, donde los simpatizantes pueden aportar insumos veterinarios o suplementos esenciales como vitamina D con K2, clave para la recuperación de Mina.
“Ella es un ser sintiente, valiente y hermoso. No queremos que la vean como una pobrecita, sino como lo que es: una guerrera”, expresó Ortigoza.
Fundación Invictus refuerza su compromiso con el rescate animal
La Fundación Invictus, ubicada en Pachuca, Hidalgo, mantiene su compromiso con el rescate, rehabilitación y reintegración de fauna silvestre. A través de la campaña #UnAbrazoParaMina, invitan al público a seguir la evolución de la osa y a sumarse al movimiento de conciencia y respeto animal.
Para el equipo de Invictus, Mina representa “la oportunidad de sanar no solo a un animal, sino de reconciliar a la humanidad con la vida silvestre”. Su historia refleja el esfuerzo diario de los voluntarios que, como afirma Ortigoza, trabajan “todo para ella, nada para nosotros”.
