Con el objetivo de reducir el impacto ambiental causado por los desechos orgánicos, el diputado Mauro Guerra Villarreal presentó una iniciativa para que en las escuelas de Nuevo León, tanto públicas como privadas, se promueva la gestión y el aprovechamiento de estos materiales desde los primeros niveles educativos.
La propuesta busca reformar la Ley de Educación del Estado para que, mediante programas integrales y sostenibles, los estudiantes aprendan a transformar los residuos orgánicos en recursos útiles como el compostaje, reduciendo así la cantidad de desechos enviados a vertederos y su contribución a los gases de efecto invernadero.
Actualmente, la mitad de los residuos sólidos urbanos son de materiales orgánicos, que son depositados en basureros generando gases de efecto invernadero, problema que se agrava por la falta de conciencia sobre el impacto de estos desechos y por la limitada implementación de políticas que promuevan su aprovechamiento.
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“Promover la generación responsable y el aprovechamiento de residuos orgánicos a través de prácticas sostenibles en las escuelas es una oportunidad única para impactar positivamente en las comunidades desde la base, fomentando una cultura ambiental en niños y jóvenes.
“Las escuelas no solo son lugares de aprendizaje académico, sino también espacios de formación en valores y conductas que trascienden hacia el ámbito familiar y social, que, al implementar programas de separación, compostaje y reducción de residuos orgánicos, se puede lograr una doble finalidad: reducir la carga ambiental y fortalecer el sentido de responsabilidad ecológica en las futuras generaciones”, destacó Guerra Villarreal.
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Al enseñar el aprovechamiento de los residuos orgánicos en los distintos niveles educativos, implica transformar un problema ambiental en una oportunidad para que los estudiantes sepan cómo obtener compostaje, que permite convertir los desechos orgánicos en abono natural.
“Estas actividades, al ser integradas en el currículum escolar, facilitan la enseñanza de conceptos clave relacionados con la biología, el ciclo de los nutrientes y la economía circular, haciendo que los estudiantes comprendan el impacto directo de sus acciones en el medio ambiente.
“Además, despiertan un sentido de responsabilidad compartida, pues los niños y jóvenes se convierten en agentes de cambio al replicar estas prácticas en sus hogares y comunidades, además los productos derivados del aprovechamiento de los residuos, como la composta, pueden ser utilizados en huertos escolares o compartidos con la comunidad, fortaleciendo lazos entre la escuela y su entorno”.
Guerra Villarreal consideró que la sensibilización de los estudiantes debe ir acompañada de campañas de concienciación dirigidas a las familias, fomentando la adopción de prácticas sostenibles más allá del entorno escolar.