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Casa de Aramberri abrirá como restaurante tras nueve décadas de abandono

La Casa de Aramberri, conocida por haber sido el lugar de un asesinato en 1933, será inaugurada como restaurante próximamente.

Créditos: Google Maps
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El día de hoy dio a conocer que la conocida Casa de Aramberri, ubicada en el centro de Monterrey, dejará atrás el abandono y misterio ya que será transformada en un restaurante.

Será durante este mes de octubre que el lugar abrirá sus puertas al público bajo un nuevo giro comercial; la casa es reconocida por los trágicos eventos que ocurrieron en ella en 1933, cuando dos mujeres fueron brutalmente asesinadas.

¿Cuándo será inaugurada?

Aunque aún no se conoce el nombre oficial del restaurante, lo que sí se sabe es que el nuevo negocio se dedicará a la venta de hamburguesas y será inaugurado el 9 de octubre a las 17:00 horas.

La casa, que ha permanecido en ruinas por casi un siglo, fue restaurada para adaptarla a su nueva función comercial; caso similar a otras viviendas de la zona centro que han sido modificadas para convertirse en tiendas.

Se espera que este negocio logre atraer a público de todas las edades, y especialmente, que capture la atención de todos aquellos amantes del terror y de las leyendas de Monterrey. 

¿Cuál es la historia de la Casa de Aramberri? 

La Casa de Aramberri es uno de los sitios más misteriosos de Monterrey, debido a un crimen ocurrido el 5 de abril de 1933.

Ese día, Antonia Lozano, de 54 años, y su hija Florinda Montemayor, de 19, fueron brutalmente asesinadas dentro de su hogar, ubicado en la calle Aramberri, en el centro de la ciudad. Según las investigaciones, el móvil fue el robo, ya que la familia guardaba una caja de monedas valiosas.

Los atacantes, tres hombres, irrumpieron en la casa con violencia, sometieron a las mujeres y, tras agredirlas físicamente, las asesinaron. Los cuerpos de las víctimas fueron encontrados días después en un escenario que fue descrito como uno de los más sangrientos de aquella época.

Las investigaciones apuntaron a Gabriel Villarreal, sobrino de una de las víctimas, quien junto con dos cómplices, fue el autor del crimen.

Uno de los elementos más curiosos del caso fue el testimonio indirecto de un loro que repetía la frase: "¡No me mates, Gabriel, no me mates!", lo que llevó a los investigadores a identificar y capturar a los responsables. Todos fueron condenados y ejecutados poco tiempo después.