En el estado Nuevo León se emitió el pasado 17 de noviembre la décima Alerta Ambiental en lo que va del año 2023, esta fase de alerta se da por las altas concentraciones de partículas menores a 10 micrómetros (PM10) en el área metropolitana.
¿Qué consecuencias tiene la contaminación?
Los elementos contaminantes presentes en entornos urbanos representan una amenaza silenciosa para la salud humana.
Además de problemas respiratorios como el asma, bronquitis crónica y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y también enfermedades cardiovasculares, otro efecto importante que afecta directamente la contaminación es el cerebro.
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El simple acto de respirar en una gran ciudad con altos niveles de contaminación atmosférica aumenta el riesgo de experimentar estrés oxidativo y deterioro prematuro del sistema nervioso central.
Estudios epidemiológicos también indican un posible escenario futuro, donde, además del envejecimiento de la población, la contaminación atmosférica podría contribuir al surgimiento más temprano y en un mayor número de personas de problemas cognitivos. De acuerdo con el reciente estudio 'Global Burden of Disease', publicado en The Lancet y que analiza la prevalencia de la demencia en 204 países, se proyecta un aumento significativo, pasando de 57 millones de personas con demencia en 2019 a 153 millones en 2050 a nivel mundial.
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¿Cuáles son los contaminantes más peligrosos que respiramos?
Las partículas PM2.5 y PM10 con un diámetro de entre 2,5 y 10 micras, es decir, las partículas de polvo, hollín, cenizas, cemento, residuos o contaminantes procedentes del tráfico rodado, tanto de la combustión del motor como del desgaste de frenos y neumáticos, pueden penetrar en los pulmones y, potencialmente, llegar al sistema nervioso central. Se ha vinculado su exposición con problemas cognitivos y un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
También del monóxido de carbono (CO) su exposición crónica puede tener efectos neurológicos a largo plazo. Se ha asociado con problemas cognitivos, deterioro de la memoria y aumento del riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer.
Otros contaminantes que afectan el sistema nervioso son, el ozono (O3), dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de azufre (SO2).