El 96 por ciento de las víctimas de trata de personas a nivel mundial son mujeres y niñas y sólo el cuatro por ciento restante son hombres y niños, cuyas víctimas son captadas mediante la privación de la libertad, la coacción o la fuerza física, aseguró Ernestina Godoy, fiscal general de la Ciudad de México.
En el marco del Día Internacional para la Lucha contra la Trata de Personas, la funcionaria expuso datos del Reporte Global de Trata de Personas elaborado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en el que recalcó que este ilícito es un negocio muy lucrativo, el tercero a nivel mundial, con bajo riesgo de castigo para los perpetradores.
Sostuvo que la trata de personas se ha caracterizado como la esclavitud contemporánea, siendo las personas en situación precaria de derechos o en condición de vulnerabilidad, las mayormente susceptibles de ser victimizadas.
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“En cuanto al perfil de las personas tratantes, existen dos categorías: los que son miembros de redes criminales sofisticadas y los criminales locales que actúan de manera aislada y son poco sofisticados.
“Los primeros, regularmente están involucrados en otros delitos muy graves como el tráfico de drogas y armas, terrorismo, soborno y corrupción”, detalló.
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Las víctimas, dijo, son traficadas a lo largo de una multitud de implicados y flujos dentro de los países, entre naciones vecinas o incluso, en diferentes continentes.
“Entre los años 2012 y 2014 se detectaron más de 500 flujos de tráfico de personas diferentes a nivel mundial", explicó.
“El 96% de todas las víctimas detectadas son mujeres y niñas, frente a un 4% de hombres y niños”, aclaró.
Reiteró que por explotación debe entenderse como esclavitud; la condición de siervo; la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual; la explotación laboral y el trabajo o servicios forzados.
También, como actos de mendicidad forzosa; la utilización de personas menores de dieciocho años en actividades delictivas; la adopción ilegal de persona o menor de 18 años; el matrimonio forzoso o servil; tráfico de órganos, tejidos y células de seres humanos vivos; y la experimentación biomédica ilícita en seres humanos.
Este fenómeno se caracteriza por la cosificación del ser humano, atentando contra su dignidad, pues se ve reducido a una “mercancía” o un objeto de intercambio, que es explotado para la obtención de un beneficio económico.
Añadió que la Trata de personas no debe sólo entenderse como “explotación sexual”, dado que esta es es solo una de sus tantas manifestaciones que agravian a las víctimas.