En el desierto de Chihuahua y a lo largo del 'corredor del néctar', que conecta México con el suroeste de Estados Unidos, miles de murciélagos nectarívoros realizan cada primavera un viaje clave para la naturaleza y para la industria del tequila y el mezcal.
Estos pequeños polinizadores son fundamentales para la reproducción del agave, planta de la que dependen ambas bebidas emblemáticas de México. Sin embargo, tanto los murciélagos como los agaves silvestres enfrentan una alarmante disminución.
Agaves en flor, clave para sostener a los murciélagos
Las poblaciones de agave están bajo presión: de 168 especies analizadas, 42 están amenazadas o en peligro crítico. Su reducción significa menos alimento para murciélagos como el magueyero menor, que logró pasar de mil a 200 mil ejemplares desde 1988, también para otros que siguen en declive, como el magueyero mayor, cuya población cayó 50 por ciento en dos décadas y hoy está en peligro de extinción.
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Científicos de Bat Conservation International (BCI) y especialistas de la UNAM trabajan junto con comunidades y agricultores para revertir esta situación.
Su estrategia incluye plantar miles de agaves silvestres, proteger cuevas de refugio y permitir que al menos cinco por ciento de las plantas florezcan, algo que los murciélagos necesitan desesperadamente y que suele evitarse en la producción de tequila, ya que cortar el tallo genera 'piñas' más grandes para la industria.
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Pero impedir la floración, también reduce la diversidad genética, debilitando el futuro del agave ante el cambio climático y las plagas.
Brotes de agave y más murciélagos revelan una lenta recuperación
Desde 2018, la Iniciativa de Restauración del Agave ha impulsado la siembra de más de 180 mil plantas nativas y la creación de espacios seguros en zonas de migración.
El proyecto 'Bat Friendly' reconoce a productores que permiten la floración y ya suma más de 300 mil botellas de tequila y mezcal certificados como 'respetuosos con los murciélagos'.
Los esfuerzos han mejorado la percepción social de estos animales, antes perseguidos por miedo. Ahora, comunidades protegen activamente cuevas y han comprendido su importancia.
Aunque los cambios en el ecosistema tardarán años en reflejarse, los especialistas ya observan más flores, más agaves jóvenes y un lento incremento en crías de murciélago.
La conservación es urgente: sin murciélagos, señala el biólogo Marco Antonio Reyes Guerra, no habría tequila ni mezcal. Mantener vivo ese delicado equilibrio es clave para la biodiversidad en México.