Una niña de cinco años falleció en Hermosillo, Sonora, tras ser picada por un alacrán dentro de su escuela. El caso ha causado indignación luego de que se diera a conocer que el hospital al que fue trasladada no contaba con suero antialacrán al momento de su ingreso, según confirmó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Los hechos ocurrieron el pasado 20 de octubre, cuando la menor fue llevada de emergencia al Hospital de Ginecopediatría del IMSS, después de que la directora del jardín de niños reportara la picadura. La niña ingresó al área de choque a las 12:25 p.m., donde fue canalizada e intubada por el personal médico.
De acuerdo con la tarjeta informativa del IMSS en Sonora, a las 13:08 horas la menor recibió dos viales de suero antialacrán tras conseguir el medicamento, que no se encontraba disponible en el hospital al momento de su llegada. Sin embargo, sufrió dos paros cardiorrespiratorios consecutivos y, pese a los intentos del personal por reanimarla, falleció a las 13:45 horas.
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¿Qué respondió el IMSS?
El Instituto informó que se gestionó el suministro de suero antialacrán con la mayor rapidez posible, y que el abastecimiento al hospital se había programado desde el 17 de octubre para cubrir casos similares registrados en el estado. Sin embargo, la entrega del medicamento ocurrió hasta el 21 de octubre, un día después del fallecimiento.
El IMSS lamentó el deceso de la menor y expresó sus condolencias a la familia, subrayando que se trató de una emergencia médica atendida “con todos los recursos disponibles en ese momento”.
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Picaduras de alacrán en México
De acuerdo con la Secretaría de Salud, Sonora, Guerrero, Nayarit, Morelos y Jalisco figuran entre los estados con mayor incidencia de picaduras de alacrán. En zonas rurales y de clima cálido, los casos aumentan durante la temporada de lluvias, y la atención médica inmediata con suero específico es fundamental para evitar complicaciones graves o la muerte.
El lamentable caso reabre el debate sobre la falta de insumos médicos en hospitales públicos y la necesidad de reforzar la distribución de antídotos en regiones donde los accidentes con animales ponzoñosos son frecuentes.
