Doce meses han pasado de la inundación en el pozo de el pinabete, donde quedaron atrapados 10 mineros en el municipio de Sabinas, Coahuila, lugar en el que este jueves se llevó a cabo una misa, pero elementos del ejército impidieron el acceso a gente extraña que no fuera familiar de los 10 trabajadores, cuyos cuerpos no han sido recuperados.
Juanita Tijerina Amaya, hermana de Hugo, uno de los mineros que quedó atrapado, cuestionó que la información sobre los avances de los trabajos para el rescate sólo se les den a las viudas, a quienes se les entregó una indemnización y estas no han presionado para que se les localicen los cuerpos.
Dijo que las autoridades son cómplices de lo que ocurre en la región carbonífera, donde debieran frenar la operación de los "pocitos", pero estos continúan operando porque los dueños son políticos. Un de los sobrevivientes de este hecho, Héctor Javier Díaz Esquivel, recordó que sólo oyó un estruendo y pensó que era un caído (derrumbe) y no una inundación.
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Él tiene aún secuelas en su estado de salud, pero la atención se la daban en Ciudad Acuña, a más de 250 kilómetros de distancia y los trabajadores debieron pagar los gastos de transporte y alimentación.
Además, señaló que sólo les dieron un cheque de seis mil pesos de liquidación y ahora debe trabajar en lo que sea para mantener a su familia.
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En un comunicado, el Gobierno Federal, a través de la Coordinación Nacional de Protección Civil, dio a conocer los avances en los trabajos de rescate coordinados por la dependencia y por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), así como la Secretaría de la Defensa Nacional.
A la fecha se da a conocer que la excavación a cielo abierto se hizo en tiempo récord y ahora se ejecutan pruebas de eficiencia de los tapones hidráulicos para evitar las filtraciones, con el fin de proceder a las tareas de búsqueda y recuperación de los mineros.