Cuando hablamos de la Independencia de México, suelen aparecer siempre los mismos nombres, en su mayoría masculinos. Incluso entre las mujeres, casi todo el crédito recae en Josefa Ortiz de Domínguez, dejando en la sombra a muchas otras que también jugaron papeles importantes en aquella época.
Una de esas figuras es Leona Vicario, una mujer adelantada a su tiempo que desafió las limitaciones de su entorno. No solo apoyó activamente al movimiento insurgente, sino que también dejó huella como periodista y como espía, convirtiéndose en una de las primeras voces femeninas en levantar la pluma y la palabra por la libertad.
¿Quién fue Leona Vicario?
Leona Vicario, cuyo nombre completo era María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, nació en la Ciudad de México en 1789. Pertenecía a una familia acomodada, ya que su padre era comerciante español y su madre una criolla. Desde pequeña tuvo acceso a educación, algo poco común para las mujeres de su tiempo, lo que le permitió desarrollar una gran curiosidad intelectual.
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A los 18 años enfrentó una dura pérdida, la muerte de sus padres. Esto la dejó al cuidado de su tío Agustín Pomposo Fernández de San Salvador, un reconocido abogado. Aunque quedó bajo su tutela, Leona no se conformó con seguir el camino que la sociedad esperaba de ella, y su espíritu inquieto e interés por lo que ocurría en el país la llevaron a involucrarse en ideas que marcarían su destino.
¿Cuál fue su papel en la Independencia de México?
Cuando comenzaron los levantamientos por la independencia, Leona Vicario no dudó en involucrarse. Desde la capital del virreinato enviaba noticias frescas a los insurgentes y, además, destinaba parte de su fortuna personal para apoyar con recursos materiales. Esa valentía la convirtió en una pieza clave dentro de las primeras redes de apoyo.
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Su participación fue más organizada al integrarse a “Los Guadalupes”, un grupo de criollos simpatizantes de la insurgencia. Allí colaboró con contactos, financiamiento y mensajes secretos que fortalecieron las operaciones rebeldes. Su casa incluso llegó a ser un centro de reunión y resguardo para quienes luchaban contra la corona española.
El riesgo era enorme, y en 1813 fue descubierta y enviada a prisión. A pesar de ello, logró escapar y se refugió en Oaxaca, donde siguió colaborando con el movimiento. Incluso junto a su esposo, Andrés Quintana Roo, rechazó los ofrecimientos de indulto que pretendían alejarla de la causa. La pareja prefirió mantenerse firme en sus convicciones, aun con el peligro de ser perseguidos.
Tiempo después se unieron a las tropas de José María Morelos, acompañando de cerca la resistencia. La vida en la clandestinidad no fue fácil y en 1817 volvió a ser arrestada, esta vez junto a su hija recién nacida. Le ofrecieron de nuevo el perdón a cambio de marcharse a España, pero se negó. Permaneció vigilada en Toluca mientras esperaba una resolución.
Su historia es un reflejo del compromiso absoluto que tuvo con la independencia. No solo puso en juego su bienestar personal y familiar, sino que también desafió las normas de género de su época. Esa combinación de valentía y lealtad la consolidó como una de las figuras femeninas más importantes en la construcción de un México libre.
¿Fue la primera periodista?
En una época donde pocas mujeres podían acceder a la educación formal, Leona Vicario tuvo la fortuna de estudiar disciplinas como Ciencias y Bellas Artes. Esa formación no solo amplió sus horizontes, también le dio las herramientas para cuestionar lo que ocurría a su alrededor y expresarlo con una mirada crítica, algo muy poco común en su tiempo.
Gracias a esa preparación, Leona se convirtió en una de las primeras voces femeninas dentro del periodismo en México. Escribió en medios como El Semanario Patriótico Americano y El Federalista, donde plasmaba ideas que defendían la causa insurgente y promovían la libertad. Su pluma era directa y comprometida, dejando claro que la lucha también se daba en las palabras.
Fue precisamente en El Ilustrador Americano donde su nombre comenzó a resonar más allá de los círculos intelectuales, pues a través de ese medio fue contactada por los insurgentes. Sus textos se convirtieron en un puente entre la sociedad y el movimiento, consolidándola no solo como la primera gran periodista mexicana, sino también como una estratega clave en la difusión de ideales libertarios.
Así, Leona no solo fue reconocida como la primera gran periodista de México, sino también como una mujer que entendió que la libertad se defendía tanto en el campo de batalla como en las páginas de un diario.