Una nueva controversia encendió las redes sociales tras difundirse un video grabado en la comunidad de Kilakán, en Calkiní, estado de Campeche.
En las imágenes se observa cómo habitantes celebran una fiesta tradicional en la que niños y adultos rompen piñatas hechas con vasijas de barro. Sin embargo, lo que desató la polémica fue el contenido de las vasijas: animales vivos como iguanas, serpientes y hasta zorros.
Una vez rotas las vasijas, los animales caen al suelo aturdidos y son perseguidos por los asistentes, quienes consideran la actividad parte de sus costumbres.
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A pesar de la defensa cultural por parte de algunos sectores, miles de usuarios condenaron el acto por considerarlo maltrato animal. Entre los comentarios predominó la exigencia de justicia y la petición de que se prohíban este tipo de tradiciones.
¿Qué consecuencias legales podría haber para los responsables?
Las autoridades de Campeche no tardaron en actuar ante el escándalo. La Fiscalía Especializada en Delitos contra Animales, Ambiente y Ecosistemas, encabezada por Alexandro Brown, inició una investigación formal contra los organizadores del evento. Paralelamente, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) confirmó que también abrió un proceso legal.
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Ambas instituciones coincidieron en que ninguna práctica cultural justifica el maltrato hacia los animales. Recordaron que en el estado de Campeche este tipo de acciones están tipificadas como delito, y las penas pueden alcanzar hasta tres años de prisión y multas superiores a 22 mil pesos.
¿Qué argumentos se han dado a favor y en contra de esta práctica?
Mientras que defensores de la tradición aseguran que se trata de una costumbre ancestral ligada a la identidad de Kilakán, expertos en bienestar animal han reiterado que las prácticas culturales deben evolucionar con la sociedad. Desde su perspectiva, es inadmisible que se normalicen actos violentos hacia los animales bajo la excusa de conservar las tradiciones.
Las imágenes del festejo con piñatas vivas también generaron preocupación por el mensaje que se transmite a las nuevas generaciones. Organizaciones señalaron que involucrar a menores en actos de crueldad fomenta una percepción distorsionada sobre el trato digno hacia los seres vivos.
En redes sociales, las exigencias van desde sanciones ejemplares hasta campañas educativas para erradicar prácticas similares. Usuarios, activistas y legisladores han llamado a fortalecer las leyes existentes y garantizar que se apliquen sin excepciones.
