La Ley de Telecomunicaciones acaba de recibir luz verde en el Senado y, como era de esperarse, generó una buena dosis de polémica. Aquí te contamos las claves para entender la reforma aprobada en México.
Entre discusiones intensas, señalamientos entre senadores y gritos desde la tribuna, se aprobó una reforma que, para algunos, representa un avance en la regulación del sector, mientras que para otros, abre la puerta a una posible censura disfrazada.
Ley de Telecomunicaciones
Uno de los puntos más comentados de esta nueva reforma es la creación de un organismo colegiado, la Comisión Reguladora de Telecomunicaciones, que tendrá independencia técnica, pero no autonomía plena, ya que dependerá de la Agencia de Transformación Digital. Esta nueva figura será la encargada de manejar temas clave como concesiones de espectro, regulación de radio, televisión e internet.
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Algo que sin duda generó alivio fue que se eliminó del dictamen toda posibilidad de interpretar censura previa, incluyendo cualquier intento de bloquear plataformas digitales sin orden judicial. Además, ya no será obligatorio un padrón de usuarios de telefonía; ahora, quien compre un chip solo deberá identificarse con el proveedor, no con el gobierno.
Los medios comunitarios, indígenas y sin fines de lucro también salen beneficiados, ya que podrán acceder hasta al 3 por ciento de tiempo de transmisión para publicidad local y recibir apoyo de entes públicos, quienes podrán destinar entre el 1 y el 10 por ciento de su presupuesto en comunicación. Por su parte, la radiodifusión pública recupera su independencia editorial, lo que algunos ven como una buena señal.
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Pero, partidos como el PRI y el PAN votaron en contra, acusando que la Ley de Telecomunicaciones mantiene mecanismos que podrían silenciar voces críticas, al permitir la suspensión de transmisiones sin orden judicial bajo el pretexto de proteger el interés público. Incluso hubo quienes calificaron esta reforma como el “Big Brother del bienestar”, asegurando que se da carta blanca al gobierno para intervenir cuando quiera.
El proyecto ahora pasará a la Cámara de Diputados, donde seguramente seguirá dando de qué hablar. Por lo pronto, la Ley de Telecomunicaciones avanza con ajustes importantes, pero sin disipar del todo las dudas sobre su impacto en la libertad de expresión y la verdadera independencia de los reguladores.
