A una década de la creación del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), sus resultados han estado por debajo de las expectativas, admitió Raquel Buenrostro, titular de la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno.
Durante el evento “El Sistema Nacional Anticorrupción a 10 años de su Reforma Constitucional: Retos y Perspectivas”, la funcionaria advirtió que, si no se logra que dicho mecanismo funcione, estará condenado a la irrelevancia.
“Hoy, en su décimo aniversario, estamos ante una encrucijada: o hacemos que el Sistema funcione y cumpla el mandato por el que fue creado, o lo condenamos a la irrelevancia. Esa es la dimensión del dilema al que nos enfrentamos”, expresó.
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Recalcó que, durante mucho tiempo, “el combate a la corrupción ha descansado casi exclusivamente en lo punitivo, dejando mucho que desear en el combate a la impunidad. Pero el enfoque correctivo y sancionador, aunque necesario, llega tarde, cuando llega, y cuando la corrupción ya ocurrió y ya se ha dañado el interés público”.
Por ello, urgió a cambiar el paradigma hacia uno preventivo y frontal en el combate a la impunidad. Afirmó que prevenir es más efectivo y menos costoso: “Prevenir significa rediseñar procesos, sistemas y normas que permitan reducir la discrecionalidad, blindar las contrataciones públicas, fomentar la integridad en el servicio público y garantizar la rendición de cuentas desde el origen”.
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Al respecto, rechazó la narrativa de que la corrupción solo proviene del gobierno. “Esta es una postura muy cómoda para muchos sectores y poderes, porque les permite eludir su propia responsabilidad. Para que haya un acto de corrupción se necesitan dos partes: generalmente, una del sector público y otra fuera de él”.
Reconoció que la impunidad persiste y advirtió que “si no hay consecuencias, entonces no hay disuasión. Las instituciones encargadas de procurar e impartir justicia son parte fundamental del Sistema Anticorrupción; su papel debe ser fortalecido y articulado con el resto del entramado institucional”.
Asimismo, señaló que la Plataforma Digital del SNA no puede limitarse a ser un simple repositorio de datos elaborados por otras instituciones. “Debe tener vida propia: ser un centro de análisis, de generación de inteligencia, de alertas tempranas y de innovación en políticas públicas anticorrupción”.
“Estamos en un momento decisivo, y si algo hemos aprendido en estos diez años es que, sin voluntad política, sin liderazgo institucional y sin compromiso colectivo, ningún diseño institucional será suficiente. Hoy, el llamado es claro: revitalicemos al Sistema Nacional Anticorrupción. Démosle propósito, capacidad y rumbo”, concluyó.
