MICHOACÁN

Nueva prueba en Caso Manzo: Balística prueba que escolta usó su propia arma, no la del homicida

Un peritaje independiente desvela de dónde salió el casquillo clave en el asesinato del alcalde de Uruapan.

Pese a la evidencia física, el fiscal Carlos Torres mantiene su postura.
Pese a la evidencia física, el fiscal Carlos Torres mantiene su postura.Créditos: Cuartoscuro y Canva
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La investigación del magnicidio del alcalde Carlos Manzo, ocurrido el 1 de noviembre en la plaza principal de Uruapan, se encuentra sumida en una profunda crisis de credibilidad tras revelarse un peritaje balístico privado que contradice de manera categórica la versión oficial de la Fiscalía General del Estado de Michoacán, encabezada por Carlos Torres. Mientras la institución sostiene que el homicida fue abatido con su propia arma, la ciencia forense demuestra lo contrario.

El casquillo dorado que cambia todo: una discrepancia balística irrefutable

El núcleo de la controversia reside en un séptimo casquillo, el indicio número 9. Según el expediente, tras el ataque, la fiscalía recuperó seis casquillos grises con leyenda “Luger Mon” en el sitio donde el adolescente disparó contra Manzo. 

Sin embargo, el casquillo del disparo que mató al agresor –recogido en una jardinera donde forcejearon con él– es dorado y tiene la leyenda “Águila”.

El criminalista privado, a solicitud de la defensa, comparó las marcas microscópicas de estrías que el cañón de un arma imprime en cada casquillo al disparar. Su dictamen es concluyente: los seis casquillos grises tienen una marca característica en forma de “C”, correspondiente a la pistola Pietro Beretta 9 mm del homicida. No así el casquillo dorado.

La Fiscalía se aferra a su teoría pese a la evidencia científica

Pese a la evidencia física, el fiscal Carlos Torres mantiene su postura. En rueda de prensa el 28 de noviembre, ante una pregunta expresa, afirmó: “Fue la misma arma. Ellos traen una prueba pericial, se respeta. Será el juez el que determine”. 

Carreón, en respuesta, retó públicamente al fiscal: “Que científicamente salga a los medios (…) y justifique por qué considera que sí es el arma”.

La defensa argumenta que la teoría de “una sola arma” es el pilar para acusar a los escoltas de actuar con dolo (intención), llevándolos a enfrentar penas de 20 a 50 años. Cuestionan la acusación de omisión, señalando que la agresión duró 1.5 segundos y que una de las escoltas, Monserrat Hernández, recibió un rozón de bala al intentar proteger al alcalde, hecho documentado en su expediente clínico, pero, según ellos, ignorado por el juez.

Sin duda esta nueva prueba en el Caso Manzo, deja ver una irreconciliable contradicción entre el peritaje independiente y la versión fiscal, lo que no solo pone en tela de juicio las conclusiones preliminares en un caso de alto impacto, sino que proyecta serias dudas sobre la transparencia y el rigor técnico de la investigación.