El campo mexicano atraviesa un momento crítico, una situación que Juan Carlos Anaya, director general de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, calificó como "la peor crisis que hemos vivido en los últimos 30 o 40 años".
Lo que comenzó como un descontento de los agricultores por los bajos precios y la falta de apoyo, ha escalado a bloqueos y protestas que impactan directamente en las vías de comunicación y el abasto de productos, generando serios problemas y pérdidas económicas. La autosuficiencia alimentaria de México está en jaque, y las implicaciones de esta crisis, si continúa, son alarmantes para la nación.
La alarma de la dependencia alimentaria
Anaya subrayó la preocupante regresión en la producción de granos básicos. "México en el año de 1994 en granos básicos producíamos el 82% y este año vamos a alcanzar solamente el 42% que está haciendo que México sea el segundo importador más grande del mundo después de China", afirmó.
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Esta dependencia se agudiza en el caso del maíz, un pilar fundamental de la cultura y gastronomía mexicana. "En el caso del maíz, que es el origen, es nuestro patrimonio, lamentablemente por tercer año consecutivo vamos a ser el mayor importador del maíz del mundo, de los cuales más de 1 millón de toneladas va a ser de maíz blanco, ya que no logramos la autosuficiencia alimentaria", explicó Anaya.
Abandono del campo: Políticas públicas ausentes y desacertadas
La raíz de esta crisis, según Anaya, radica en la ausencia y la ineficacia de las políticas públicas. Los productores demandan 7 mil 200 pesos por tonelada de maíz, mientras que la propuesta gubernamental se sitúa en 6 mil 50 pesos, una diferencia que los agricultores consideran un "abismo".
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Anaya recordó que hace décadas existían mecanismos como CONASUPO, que garantizaba precios a todos los productores. Tras su desaparición y la creación de organismos como ASERCA, se implementó el "interés objetivo" en 2002, un precio de garantía que aseguraba un mínimo al productor.
"Si el precio de mercado como está ahorita que estaba por debajo, el gobierno ponía la diferencia", detalló en entrevista con Manuel López San Martín. Además, la agricultura por contrato permitía a compradores y productores fijar precios antes de la cosecha. Sin embargo, estas herramientas han sido eliminadas o desatendidas.
La exclusión y la inoportunidad de las decisiones gubernamentales
La situación se complica con las decisiones actuales del gobierno. La oferta de 6 mil 50 pesos por tonelada es solo para tres estados, dejando a otros en el desamparo. Peor aún, el anuncio de un precio de garantía de 7 mil 200 pesos, que Anaya calificó de "muy inoportuno", está limitado a productores de menos de 5 hectáreas y exclusivamente del sureste mexicano y la península.
"También reclaman los del centro del país y norte que hay productores de menos de 5 hectáreas, ¿por qué los excluyen?", cuestionó Anaya, añadiendo que "la política es excluyente debiendo ser para todos los productores con algunos topes para los grandes, como era antes.
No hay que inventar nada nuevo, sino regresar lo que el presidente López Obrador eliminó, el ingreso objetivo, la agricultura por contrato y las coberturas de precios".
La crisis agrícola en México no es un problema aislado de los productores; es una amenaza latente para la seguridad alimentaria y la estabilidad económica del país. Las advertencias de Juan Carlos Anaya son claras: sin un cambio radical en las políticas públicas, el campo mexicano seguirá hundiéndose, arrastrando consigo a la nación. Es imperativo que el gobierno reconsidere sus prioridades, escuche a los agricultores y reactive los mecanismos que en el pasado garantizaron la rentabilidad y la autosuficiencia del sector.
