Annie Pardo Cemo, madre de Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, sigue dejando una profunda huella en el ámbito científico. Tras una carrera destacada y llena de logros, Pardo Cemo fue incluida recientemente en la prestigiosa lista de la Universidad de Stanford que reconoce al 2% de los científicos más influyentes a nivel mundial.
Annie Pardo Cemo no es solo la madre de la presidenta de Méxio; es una de las figuras clave de la ciencia en México. Bióloga de formación y doctora en ciencias químicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Pardo Cemo lleva más de cinco décadas dedicada a la investigación en biología celular, especializándose en la biopatología pulmonar. Su trabajo más destacado tuvo que ver con la explicación de las enfermedades pulmonares crónicas. Su aporte fue sumamente relevante en el ámbito médico mundial.
En 1980, la doctora fundó y comenzó a dirigir el Laboratorio de Bioquímica de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Desde allí lideró los sondeos sobre mecanismos moleculares que provocan la fibrosis pulmonar, una enfermedad que afecta a miles de personas en el mundo y en la que sigue indagando.
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En su amplia carrera, tuvo la oportunidad de realizar intercambios en Universidades extranjeras como: Washington University de San Luis, Misuri; en la Universidad de Illinois en Chicago, y en el departamento de patología del Baylor College of Medicine de Houston, Texas.
Un legado de excelencia académica
Ahora, con este nuevo reconocimiento de la Universidad de Stanford, la prestigiosa científica suma un nuevo galardón a su enorme vitrina de premios, entre los mas destacados están el Premio Anual de Investigación de la Fundación Glaxo, en 1992; o la Medalla Heberto Castillo en Ciencias Básicas, otorgada por el Instituto de Ciencia y Tecnología en 2008.También se destaca el Premio Scopus México, de Elsevier, en 2009, por sus avances en el campo científico.
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Como profesora emérita en la UNAM, Pardo Cemo no solo se afianzó como una de las científicas más importantes del país, sino también como mentora de varias generaciones de investigadores que, bajo su guía, desarrollaron carreras exitosas en las ciencias.
A sus 84 años, Annie sigue activa en la investigación y continúa dirigiendo proyectos que buscan mejorar la vida de personas afectadas por enfermedades pulmonares, demostrando que la edad no es un impedimento para seguir contribuyendo al conocimiento.