La profesora emérita de la Facultad de Ciencias de la UNAM que 2001 cambió el dogma en el tratamiento de la fibrosis idiopática, a diario transforma las mentes de los jóvenes.
El 18 de mayo de 2015, la Dra. Annie Pardo Cemo, se convirtió en la primera mujer no estadounidense en recibir de parte de la American Thoracic Society, el Recognition Award for Scientific Accomplishments, galardón otorgado por sus contribuciones científicas sobresalientes en el estudio del pulmón y su biopatología en enfermedades crónico degenerativas, en particular la fibrosis pulmonar idiopática.
Al anterior se suman una serie de reconocimientos nacionales e internacionales que la Dra. Pardo Cemo ha recibido a lo largo de sus casi cinco décadas de trayectoria académica y de investigación. Entre ellos se encuentran el Premio Anual de Investigación Fundación Glaxo 1992; el Premio de Investigación Fundación Glaxo Wellcome 1995; el Premio Canifarma 2001 en Investigación Básica; el Premio Nacional de Investigación de la Fundación GlaxoSmithKline 2005; la Medalla Heberto Castillo en Ciencias Básicas y el reconocimiento de los académicos más citados de la UNAM en 2013, 2014, 2015, entre otros.
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El Recognition Award for Scientific Accomplishments, sin embargo, resulta especial, pues no sólo sitúa a la Dra. Pardo Cemo entre los principales especialistas a nivel mundial en la investigación de la fibrosis pulmonar idiopática, una enfermedad que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), cuesta la vida a la mitad de sus pacientes, tres o cuatro años después del diagnóstico.
Aunado a ello, el reconocimiento nos permite apreciar los fundamentos de mismos de la ciencia a través de la característica mirada de una mujer, su talento, su sensibilidad y desde luego, su rebeldía, pues en un comienzo, Annie tuvo que hacer frente al dogma de que la fibrosis era el resultado de una respuesta inflamatoria crónica, por lo que el paciente recibía un potente y prolongado tratamiento de antiinflamatorios. Annie, sin embargo, hizo la afrenta de ver esos mismos datos con su propia mente y una pasión que de hecho la distingue y más allá de los modelos experimentales, la llevan a poner especial atención en los seres humanos.
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“Nos concentramos en que los enfermos, a diferencia de pacientes con otros tipos de fibrosis pulmonar, siempre progresaban a pesar de recibir un potente tratamiento de antiinflamatorios”, relató en una ocasión. Sobre dicha base, la respuesta de Annie Pardo y de los doctores Moisés Selman y Talmadge King, cambió para siempre el tratamiento de la enfermedad: la fibrosis pulmonar idiopática era distinta de los otros tipos de fibrosis pulmonar en sus mecanismos patogénicos.
En otras palabras, no se trataba de una enfermedad inflamatoria, sino de una reacción aberrante de las células epiteliales que de este modo generaban las cicatrices que destruían los alveolos. A partir de ese momento, el mundo de la especialidad no volvió a ser el mismo, pero Annie siguió actuando de la misma manera; como la científica confrontativa que era y que asimismo recibe de los jóvenes el impulso para emprender sus cuestionamiento. De ahí su lema: “aprender aprendiendo” y que la lleva a estimular esa misma rebeldía científica en los jóvenes, desde el nivel bachillerato hasta la especialidad de posgrado.
Por ello es que en sus 45 años de trayectoria docente, Annie Pardo trabaja estrechamente con sus estudiantes, lo que no sólo propicia el potencial de mentes eruditas, sino brillantes, acuciosas, inquietas y creativas. Un ejemplo para la ciencia mexicana que no obstante las alturas que pueda obtener en sus diferentes especialidades, recibe en realidad su decisivo impulso en la formación de seres humanos críticos y comprometidos con el conocimiento.