La Arquidiócesis Primada de México reconoció que la fuerza política que hoy se encuentra en el gobierno obtuvo nuevamente el apoyo mayoritario de la población, sin embargo eso no es una carta abierta para que impongan decisiones sin abrir un espacio de diálogo ni escucha con quienes piensan diferente.
En la editorial del semanario católico “Desde la Fe”, recordó que en la democracia es fundamental el principio de la escucha, de atender las propuestas de los demás y alcanzar los consensos necesario.
Con ello la Iglesia hace referencia a las recientes aprobaciones de reformas como la del Poder Judicial y de la Guardia Nacional, en donde el partido en el gobierno ha usado su mayoría legislativa para aprobarlas aún con las manifestaciones de rechazo por parte de diversos sectores.
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“Ser demócrata, por lo tanto, no significa gobernar siguiendo la voluntad de un sector del país; por el contrario, el demócrata busca impulsar continuamente el diálogo; el demócrata es una persona que incluye, que escucha a quien piensa diferente, que consulta a los ciudadanos, que dialoga con académicos, especialistas, empresarios y líderes de opinión, porque cada uno de estos actores aportan una visión valiosa para construir un mejor futuro para la sociedad”, abundó.
Destacó que desde la iglesia están convencidos de que este cambio de época que vive el país es un tiempo de diálogo y no de imposiciones.
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“Imponer cambios a las leyes por consigna puede debilitar la calidad de la democracia, además de deteriorar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones”.
Advirtió que legislar sin consultar y sin escuchar a los demás puede llevar a crear leyes mal diseñadas, que no toman en cuenta las realidades sociales, económicas o culturales del país.
Finalmente, la Arquidiócesis reiteró que el poder que otorgan las urnas no debe utilizarse como una herramienta para imponer una visión o descartar la participación del que piensa diferente e insistió en que el diálogo es el camino que lleva hacia la paz y la justicia y por ello es fundamental no cerrarle la puerta, sino mantenerla abierta para alcanzar el entendimiento, y ejercer un gobierno con sabiduría.