El culto a la Santa Muerte no es nada nuevo y, sin embargo, sigue generando una gran polémica y, a su vez, despertando mucha curiosidad por parte de propios y extraños, tanto que, año con año, decenas de extranjeros que visitan México desean conocer por qué se le venera y, sobre todo, cuál es su historia y cómo es que llegó a nuestro país, así como influencia algunas regiones de América Latina.
Solo por debajo de Brasil, México es el segundo país con más devotos hacia la Santa Muerte, siendo, probablemente, su estatua en el icónico barrio de Tepito la imagen más representativa de este culto, mismo que cuenta con feligreses en Guatemala, Honduras, El Salvador, Colombia, Ecuador, entre otras regiones del continente americano. Al día de hoy, se habla de que hay más de 12 millones de creyentes y la cifra sigue creciendo.
¿Por qué se venera a la Santa Muerte en México?
La mayoría de las iglesias cristianas tienden a rechazar el culto a la Santa Muerte. El argumento es el mismo: ¿por qué venerar a la muerte como una entidad sagrada? Un debate por demás interesante que, sin duda, cuenta con muchos matices, sobre todo porque hay quienes aseguran que esta es “la religión más católica del mundo”.
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Para los devotos, la muerte es una guía, es símbolo de protección ante cualquier adversidad. Al final, la única certeza que tenemos como seres humanos es que nuestro destino es la muerte; todos habremos de desaparecer de este plano de la existencia y eso es más que suficiente para considerar a la muerte como una figura sagrada.
En México, el culto a la Santa Muerte tiene su origen en la época colonial, una práctica que ofrecía una muerte en paz a los enfermos; sin embargo, entre 1950 y 1960 comenzó a tomar fuerza entre la población hasta que, en los 90s, se convirtió en una devoción de corte masivo. El altar edificado en el barrio de Tepito ha sido clave para la expansión de este culto.
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Si bien es cierto que, oficialmente, no es una religión (en 2005, el Gobierno de México decidió cancelar el registro legal del culto), sí es de llamar la atención que su congregación es cada vez más amplia y de todos los estratos sociales: políticos, integrantes de la comunidad LGBTQ+, amas de casa, comerciantes, etcétera, son devotos a la Santa Muerte.
Empero, el rechazo general que existe hacia este culto se debe a su asociación con la delincuencia y las zonas más marginadas de la CDMX y del país entero; no obstante, esta entidad ofrece a sus creyentes un refugio donde pueden encontrar, sobre todo, protección.
La estigmatización es, en definitiva, el gran problema que enfrenta el culto a la Santa Muerte, y en México, un país que, históricamente, ha padecido de discriminación, parece tener sentido el por qué se le venera tanto; más que una religión, para los devotos a la Santa Muerte se trata, paradójicamente, de una forma de vivir, un estilo de vida.