Que las miradas de las madres de las víctimas de feminicidio no te dejen dormir, que el martillar de las morras taladre tu cabeza cada noche cuando busques descansar.
Por sexto año consecutivo en este gobierno, la marea violeta caminó las calles de la Ciudad de México y de todo el país; por miles desde niñas hasta adultas mayores salieron a exigir justicia y alto a las violencias feminicidas.
Reafirmaron su postura respecto a que este gobierno las ha dejado solas y las mantiene en el olvido; también se presentaron en el corazón violeta del país, las madres, hijas y hermanas buscadoras de las y los desaparecidos para exigir que no las maten, que no las desaparezcan y que les ayuden a encontrar a sus seres queridos.
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En su mensaje pidieron castigo para el juez que permitió la liberación del abusador sexual de una menor de 4 años, clamaron por poner fin al mal trato en contra de madres y padres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa y exigieron que a estos estudiantes rurales no se les siga asesinado, en referencia al ataque contra dos de ellos el jueves por la noche por parte de la policía de Guerrero.
Las mujeres que tomaron la palabra por parte de la coordinación 8M hicieron un llamado a todas las asistentes y a quienes reciban su mensaje, a que no se dejen engañar, porque durante décadas la situación de estas no ha mejorado sin importar el partido que gobierne.
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Cada año aumenta la violencia, la desigualdad y se incrementan las sofisticación de los maltratos y carencias que sufren las mujeres, dijeron, por ello, reiteraron que las demandadas siguen siendo las mismas: acceso a las mujeres, a una vida libre de violencia, fin a las desigualdades, que terminen las violencias feminicidas, que se garantice la justicia para los casos; y “que le quede claro al gobierno: nosotras no somos botín político de nadie, somos las aguafiestas de su fiesta electorera y rechazamos que nuestras demandas sean utilizadas como botín político”.
Por horas las feministas, lideradas por la activista Irinea Buendía, mujer de la tercera edad que a raíz de buscar justicia por el feminicidio de su hija Mariana Lima continúa en la lucha, aporrearon las vallas, colocaron carteles, realizaron pintas y nadie las escuchó.