"No me divorcio por mis hijos", es una de las creencias más arraigadas para mantener un matrimonio o una relación de pareja insatisfactoria, sin darnos cuenta de que esto los dañará aún más.
Si estás en una situación parecida, debes considerar que NO hay nada que les haga más daño a los niños, que aprender un modelo de amor en el que las personas no se hablan, no se tocan ni se besan; en el que hay hostilidad y faltas de respeto. Aprenderán que eso es el amor y después lo tendrán que arreglar en terapia.
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La profesional en desarrollo personal, Karla Lara, destacó que culturalmente se piensa que lo más importante es la familia, aún a costa del amor y de nuestra propia felicidad. Sin embargo, en entrevista con Ingrid Coronado y Tamara Vargas, recordó que debemos anteponer nuestro bienestar.
"No tienes que convencer a nadie de que te ame. No te aferres a una estructura ni a una mala relación; mientras lo hagas, más te va a doler", dijo Lara.
Una vez que tomas la decisión de divorciarte, debes tener en cuenta que irremediablemente te va a doler, pero será temporal. Es importante que atravieses por un proceso de duelo, de preferencia guiado por un terapeuta, coach o psicólogo. "No trates de saltarte pasos. Si no sanas, replicarás los mismos errores en tu siguiente relación".
Durante este proceso, elige bien a las personas que "meterán" información a tu cabeza. Es decir, aléjate de aquellos que te hagan sentir mal por la decisión que tomaste. "Sigue tu corazón y no permitas que tus ideas te lleven a un lugar catastrófico y lleno de culpa", recomendó Karla.
Recuerda: El amor bonito sí te puede pasar, pero necesitas sanar para que puedas vivirlo. Y sí, sí hay relaciones profundas, donde hay confianza, intimidad, amor, crecimiento y respeto. Si no te está pasando, atrévete a dejarlo ir y no te cuentes la historia de que estás "luchando" por amor, ya que eso te generará sufrimiento y dolor para el resto de tu vida.