Desde pequeños nos dijeron "No llores" y aprendimos a tragarnos nuestras lágrimas hasta convertirnos en expertos. Como adultos inculcamos esa enseñanza en nuestros hijos: "No llores" y es el primer paso para enseñarles a enterrar sus sentimientos y a adormecerlos, ya que si no lo hacen están demostrándole al mundo que son débiles, explosivos, sentimentales, neuróticos, etc. y se van a aprovechar o a alejar de ellos.
Así que los primero que hacemos cuando experimentamos emociones desagradables es esconder esos sentimientos de los demás y hasta de nosotros mismos, cuando lo más sano y natural es enfrentarlos, analizarlos y aprender a manejarlos, porque de lo contrario corremos el riesgo de buscar escapes como el alcohol, las drogas, los desórdenes alimenticios, el trabajo excesivo y otras conductas autodestructivas.
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Enfrentarnos a nuestros sentimientos en lugar de enterrarlos nos ayuda a curar nuestras heridas, a detectar qué es lo que nos afecta, a aprender a manejar las emociones (que no es lo mismo que adormecerlas) y a expresarlas o canalizarlas para desahogarnos.
Aquí hay tres razones por las cuales es importante expresar tus emociones:
- Viajas ligero por la vida
La vida es un viaje y cada quien tiene el poder de decidir cómo quiere hacerlo: cargando una pesada maleta de sentimientos acumulados o con lo que llevas puesto, es decir, los sentimientos convertidos en experiencias y aprendizajes.
Enfrenta tus sentimientos. Cuando estos aparezcan, no los reprimas. Siéntelos, analiza por qué están ahí, busca la forma de manejarlos y expresarlos. Si quieres llorar, hazlo. Si estás enojado no descargues tu ira en los demás, espera a tranquilizarte y descubre por qué estás enojado, busca una forma de descargar este sentimiento: grita en solitario, sal a caminar, a hacer ejercicio. Las actividades físicas son una excelente forma de canalizar nuestras emociones.
- Evita que caigas en conductas negativas
Si estoy nervioso, fumo; si estoy triste, me tomo una copa; si estoy enojado, como. Y así, sin darnos cuenta adormecemos nuestros sentimientos con conductas que nos afectan y estas se convierten en hábitos que después será difícil dejar.
Antes de agarrar un cigarro, una copa o darnos un atracón con la comida, ¡detente! Analiza tus sentimientos: por qué te sientes así, qué lo provocó, qué puedes hacer para sentirte mejor (descarta los malos hábitos) y lo más importante, siente. Sí, llora, enójate, déjate dominar por los nervios y espera, los sentimientos no duran por siempre a menos que tú lo decidas así.
Muchas veces seguimos con estos sentimientos solo porque alimentamos nuestra mente de cosas negativas, pese a que en la realidad ya no nos sentimos así.
- Aprendes a vivir plenamente
El dolor, la tristeza, la ira y las frustraciones son partes saludables y naturales de la experiencia humana, así como la felicidad, la satisfacción y la alegría. Enfrentar todos tus sentimientos te fortalece, no te hace más débil. Te prepara para afrontar mejor lo que venga, con nuevas estrategias y herramientas que te harán más sabio.
Vivir plenamente es abrazar todo lo que la vida tenga para ti y seamos realistas, no siempre es felicidad y alegría, así que es mejor estar preparado para ello.
Ningún sentimiento dura para siempre y están ahí, en tu vida, para ayudarte a crecer como persona. Así que no entierres tus sentimientos, siéntelos y viaja ligero por tu vida.