En un momento clave para la economía global, Estados Unidos y China han logrado un acuerdo comercial que, aunque evita una confrontación inmediata, no disipa las dudas que persisten en torno a las políticas comerciales de Washington. El pacto fue anunciado tras una ronda de negociaciones en Londres y ha sido recibido con alivio por parte de analistas y mercados, aunque con cautela.
Detalles del acuerdo: tensiones contenidas, no eliminadas
El acuerdo, aún pendiente de aprobación definitiva, establece que Estados Unidos impondrá un arancel del 55 % sobre determinados productos chinos, mientras que Pekín mantendrá un gravamen del 10 % sobre mercancías estadounidenses. Aunque el desequilibrio arancelario persiste, se han incluido cláusulas que muestran señales de apertura diplomática.
Entre los compromisos asumidos se encuentran la autorización de visados para estudiantes chinos que cursan estudios en universidades estadounidenses y el suministro por parte de China de minerales de tierras raras esenciales para diversas industrias en EE.UU.
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"Si China corrige el rumbo y cumple su parte del acuerdo comercial inicial que esbozamos en Ginebra el mes pasado, es posible un gran y hermoso reequilibrio de las dos mayores economías del mundo", aseguró el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent.
Preocupación por el rumbo geopolítico
El foro organizado por la consultora FGS Global y la agencia EFE News en Washington reunió a expertos para evaluar el impacto y las implicaciones del nuevo entendimiento. Si bien el consenso general es que se ha evitado una escalada peligrosa, también quedó claro que la incertidumbre sigue siendo un obstáculo considerable para los inversionistas y para la estabilidad del comercio internacional.
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Para Matthis Kaiser, socio en el área de Relaciones Gubernamentales de FGS Global, el pacto ha sido una válvula de escape temporal, pero no una solución definitiva. "Hemos logrado evitar una crisis inmediata, pero la economía mundial sigue siendo rehén de una confianza frágil. La incertidumbre para los inversores es todavía muy elevada", comentó durante el foro.
Kaiser también advirtió que la creciente competencia geopolítica está influyendo directamente en las decisiones gubernamentales, lo que podría traducirse en mayores tensiones en el mediano plazo. “Habrá más fricción. La gran pregunta ahora es hacia dónde vamos desde aquí”, sostuvo.
El nuevo pacto comercial se da en paralelo con otras negociaciones que mantiene EE.UU. con socios estratégicos, bajo el marco de una tregua temporal que vence en julio. Con los llamados “aranceles recíprocos” aún sobre la mesa, los próximos meses serán clave para definir si este giro es el inicio de una etapa de estabilidad o simplemente una pausa táctica.