Bachar al Asad, presidente de Siria desde el año 2000, fue derrocado tras una ofensiva rebelde que tomó Damasco, marcando el fin de un régimen caracterizado por la represión y la guerra civil.
Heredó el liderazgo de su padre, Hafez al Asad, y consolidó su poder modificando la Constitución y aplacando cualquier oposición. Este hecho deja un profundo impacto en la historia de Oriente Medio.
Un legado de conflicto y crisis
Al Asad, nacido en 1965, se formó como oftalmólogo en Londres antes de asumir un rol político tras la muerte de su hermano mayor.
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Aunque inicialmente fue visto como una figura de cambio, pronto demostró una política autoritaria que culminó en la brutal represión de las protestas durante la Primavera Árabe en 2011. Su mandato derivó en una devastadora guerra civil que desintegró la unidad nacional y dejó millones de desplazados.
El régimen de Bachar al Asad se sostuvo en gran medida gracias al respaldo militar de Rusia e Irán, que le permitió recuperar territorios de las fuerzas insurgentes. Sin embargo, este apoyo tuvo un costo: la destrucción de ciudades enteras y el aislamiento internacional, agravado por sanciones económicas que sumieron al país en una profunda crisis humanitaria.
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Pese a “victorias” electorales con resultados cuestionables, como el 95 por ciento obtenido en 2021, su gobierno enfrentó el rechazo popular por la pobreza extrema y la inseguridad alimentaria. La presión aumentó a medida que sus aliados lidiaban con problemas propios, dejando expuestas las debilidades del régimen.
Netanyahu celebra caída de Al Assad
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó como un “día histórico” para Oriente Medio la caída del régimen sirio de Bashar al Assad.
Durante una visita a las tropas en los Altos del Golán, Netanyahu destacó que este evento representa tanto oportunidades como desafíos para Israel, al tiempo que aseguró que ninguna fuerza hostil será permitida en las fronteras israelíes.
La caída del régimen se produjo luego de que grupos insurgentes tomaran el control de Damasco, lo que llevó al despliegue inmediato de tropas israelíes en la zona desmilitarizada.
El primer ministro israelí atribuyó este desenlace a los esfuerzos de Israel contra Irán y sus aliados, como Hizbulá, que han apoyado a Al Assad durante el conflicto. Según el mandatario, estos acontecimientos son una reacción en cadena de pueblos que buscan liberarse de regímenes opresores.
Además, subrayó que el control de los Altos del Golán, ocupados desde 1967, seguirá siendo una prioridad estratégica para Israel.
Durante su discurso, recordó que esta región ha sido crucial en la política de defensa del país y anunció nuevas medidas de seguridad para evitar cualquier amenaza en la frontera. Estas acciones incluyen la entrada de tropas en zonas previamente desmilitarizadas para asegurar la estabilidad de la región.
Asimismo, ofreció la “mano de la paz” a comunidades como los drusos, kurdos y cristianos de Siria, destacando la política de buena vecindad de Israel, ejemplificada en iniciativas como el hospital de campaña que atendió a miles de heridos sirios durante la guerra civil.
Fue así como Bachar al Asad fue derrocado como presidente sirio.
Con información de EFE.