Por Inder Bugarin
La obesidad y el sobrepeso entre infantes y adolescentes, es un problema alarmante no solo en México, también en Europa.
Aunque la situación difiere entre los socios de la comunidad europea.
Por ejemplo, en Grecia y Malta entre el 39 y 38% de los niños y adolescentes sufren sobrepeso, mientras que en Irlanda, Dinamarca y Holanda, solo entre el 13 y 15% de los infantes.
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Si profundizamos, hay casos extremosos como el de la municipalidad de Gaia, localizada al norte de Portugal, en donde el índice de obesidad varía del 30 al 50% dependiendo de la zona.
Los documentos de la Comisión Europea sostienen que detrás de la pandemia de obesidad hay problemas asociados con los hábitos de alimentación y de bebida; con la inactividad física y el comportamiento sedentario.
También influyen factores socioeconómicos y ambientales, que son menos obvios, pero igualmente importantes.
Desde 2014, Europa ha venido tejiendo una respuesta colectiva a esta problemática, desde el lanzamiento del Plan de Acción de la Unión Europea contra la Obesidad Infantil.
El enfoque ha sido ante todo uno de educación y formación sobre buenos hábitos alimenticios y de promoción del deporte.
En este apartado ha habido un especial énfasis en involucrar a las escuelas como fuentes de promoción de la salud y de hábitos saludables.
A nivel comunitario existe un programa que tiene como objetivo promover el consumo de leche, frutas y hortalizas en la población escolar.
También hay otros programas, como el proyecto Food, que se centra en la calidad de los alimentos en los restaurantes.
Otras iniciativas se han encaminado a reducir la cantidad de sal, de grasas saturadas y de azúcares añadidos en los alimentos, así como en combatir la obesidad con normativas de etiquetado que informan mejor a los consumidores sobre lo que consumen y así evitar el engaño.
Asimismo se han implementado acciones en el apartado de publicidad, los medios audiovisuales y la movilidad urbana, para fomentar la actividad física.
La pandemia de coronavirus ha puesto el acento una vez más en la necesidad de aumentar la residencia de la población. El reto será crear las condiciones para que el deseo de las personas de cuidar mejor su salud despertado por la crisis sanitaria, pueda concretarse, dijo recientemente Stella Kyriakides, Comisaria Europea responsable de Salud y Seguridad Alimentaria.
"Revertir el aumento de las tasas de obesidad y cambiar los patrones de consumo en la UE es fundamental, para la salud de nuestros ciudadanos y del continente, pero también para nuestra resistencia a las pandemias".
Y desde la promoción de buenos hábitos en la infancia como Europa piensa iniciar esa transición hacia sociedades más saludables de cara a futuras crisis de salud provocadas por virus misteriosos.
La lucha contra la obesidad infantil en Europa no es una represiva, ni prohibitiva, más bien se centra en informar y educar mejor al consumidor para que haga una elección lo más saludable posible.