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En entrevista para MVS con Luis Cárdenas, Salvador Mejía, habló sobre la casa de Fernández Noroña en Tepoztlán, Morelos, valuada en 12 millones, no pudo ser adquirida con crédito bancario.
La polémica en torno a la Casa de Noroña sigue creciendo. Mejía, aseguró que los ingresos del senador Gerardo Fernández Noroña no alcanzan para justificar la compra de su propiedad en Tepoztlán, valuada en más de 12 millones de pesos.
“El dinero es de Noroña, y él sabrá lo que hace con él... siempre y cuando sea bien habido, que esté tributado y justificado”, puntualizó Mejía. Sin embargo, advirtió que los datos públicos sobre su trayectoria financiera no coinciden con el valor de la casa.
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¿De dónde salió el dinero para la casa de Noroña?
Mejía recordó que antes de 2018, el propio Fernández Noroña declaró que no tenía dinero ni para adquirir una vivienda. Sin embargo, su situación cambió al integrarse como legislador en dos ocasiones, recibiendo un sueldo promedio de 80 mil pesos mensuales.
“Si no hubiera gastado ni un solo peso en seis años, habría reunido unos 5 millones de pesos. Aun así, no le alcanzaría”, detalló. “Y eso sin contar que hay impuestos, gastos básicos, y que supuestamente pidió un crédito. ¿Dónde están los intereses? No salen las cuentas”.
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Exigen transparencia
Mejía fue enfático al señalar que, si realmente hubo un crédito, debería hacerse público: “Como experto en derecho financiero te lo digo: no me cuadran los números. Si hay un banco loco que le dio ese préstamo, que muestren el contrato de hipoteca y analizamos el nivel de riesgo”.
El experto también pidió atención de las autoridades fiscales: “¿Dónde está la UIF? ¿Dónde está el SAT? Porque además dice que ha recibido donaciones, incluso del extranjero y en dólares”.
Una compra de Noroña bajo sospecha
Aunque el senador ha defendido la legalidad de sus ingresos, las dudas persisten sobre el origen del dinero utilizado para adquirir la Casa de Noroña, que representa un patrimonio muy por encima de lo que su trayectoria como funcionario podría justificar.
“La pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo le hizo Noroña?”, concluyó Mejía, reiterando su llamado a la rendición de cuentas y a la supervisión de los recursos de los servidores públicos.
La Casa de Noroña no solo ha despertado la curiosidad de la ciudadanía, sino que ya se ha convertido en un símbolo de las inconsistencias que aún persisten en la fiscalización del patrimonio político en México.