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En entrevista para MVS Noticias con Adrián Jiménez en ausencia de Pamela Cerdeira, Máximo Jaramillo, director del Instituto de Estudios sobre Desigualdad y académico en la UdeG, habló sobre los matices en la medición de la pobreza en México.
La reciente medición de pobreza multidimensional del INEGI reveló una disminución de 13 millones de personas en condición de pobreza en México. Sin embargo, el análisis de Máximo Jaramillo apunta que este avance se debe principalmente al incremento de ingresos laborales, y no tanto a los programas sociales.
El informe indica que la pobreza moderada cayó 10 puntos porcentuales, mientras que la pobreza extrema solo se redujo dos puntos. La medición considera tanto ingresos como acceso a derechos sociales, como salud, educación y servicios básicos.
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"Efectivamente hay una disminución de 10 puntos porcentuales en la pobreza moderada y de dos puntos porcentuales en la pobreza extrema", señaló el especialista.
"Los ingresos aumentaron de forma importante durante los últimos años en los hogares, particularmente en los hogares más pobres. ¿De dónde viene este aumento de los ingresos? Viene principalmente empujado por un tema de ingresos laborales", afirmó.
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¿Qué impulsó la mejora en los ingresos?
Jaramillo explicó que el aumento de los ingresos en los hogares más pobres proviene en un 55% de sueldos y salarios, impulsados por la política de incrementos sostenidos al salario mínimo. Este beneficio alcanzó tanto a empleados formales como informales, así como a personas con autoempleo.
Para el especialista, la mejora salarial ha equilibrado parcialmente las desigualdades laborales históricas, siendo el principal motor de la reducción de la pobreza moderada.
"A partir de las mediciones de pobreza, lo importante es tratar de ver qué se está haciendo bien y qué hay que mejorar. Por un lado, efectivamente, los resultados de la política de aumento sostenido en los salarios mínimos sería la principal responsable del aumento en los ingresos laborales.
También (es) importante decir que no solo aumentaron los ingresos laborales de quienes tienen un empleo formal. También, en realidad, aumentaron los ingresos laborales de quienes tienen un empleo en el llamado sector informal o incluso un autoempleo.
En realidad, todo el mercado laboral de alguna forma se benefició a partir del aumento del salario mínimo", indicó el académico.
Programas sociales: menos cobertura y retos pendientes
En contraste, los programas sociales han tenido un menor impacto y, en algunos casos, una reducción de cobertura respecto a años previos. La desaparición de Prospera disminuyó el alcance de las transferencias monetarias, especialmente en estados con mayor rezago como Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla y Tabasco.
"Los programas sociales no están aportando tanto a la disminución de la pobreza como sí lo está haciendo la parte de los ingresos laborales", reveló Jaramillo.
En Chiapas, por ejemplo, el número de hogares beneficiarios cayó 22 puntos porcentuales, lo que contradice el principio de priorizar a los más pobres.
Jaramillo señaló que para acelerar la disminución de la pobreza extrema es necesario fortalecer la política social y diseñar apoyos diferenciados que lleguen directamente a las zonas con mayor rezago, combinando programas universales como la pensión de adultos mayores con acciones focalizadas.
"Está bajando más rápidamente la pobreza moderada, la pobreza extrema está bajando, pero de una forma mucho más lenta y ahí es donde la política social de transferencias monetarias podría entrar de forma muy interesante", aseguró Máximo Jaramillo.
Finalmente, advirtió que los resultados del INEGI deben interpretarse con cautela debido a cambios en la encuesta 2024, que podrían afectar la comparabilidad con mediciones anteriores. Estos ajustes incluyen modificaciones en preguntas sobre salud y acceso a agua, lo que influye en los indicadores finales.