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En entrevista para MVS Noticias con Luis Cárdenas, Óscar Balderas, periodista especializado en crimen organizado, habló sobre las investigaciones del asesinato de los funcionarios de Clara Brugada, Ximena Guzmán y José Muñoz, secretaria particular y asesor, respectivamente, de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, así como de otros temas relacionados con la violencia en México.
A dos semanas del asesinato de Ximena y José, colaboradores cercanos de Clara Brugada, las autoridades no han logrado avances significativos en la investigación. A pesar de la intensa movilización de recursos policiales y federales, la impunidad persiste, y con ella crece el temor de periodistas, activistas y ciudadanos que ven en este crimen no solo un ataque dirigido, sino un mensaje silencioso pero contundente: nadie está a salvo, ni siquiera en la capital del país.
De acuerdo con el periodista Óscar Balderas, una de las líneas de investigación apunta a que el tirador habría sido asesinado por la propia célula criminal que ejecutó el ataque, como forma de eliminar testigos y cerrar cualquier cabo suelto. Esta estrategia no es nueva; se remonta a métodos empleados por organizaciones como el Cártel de Sinaloa, liderada entonces por 'El Chapo' Guzmán, que eliminaban a quienes construían sus túneles fronterizos para impedir filtraciones.
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"Ya comenzó una búsqueda muy fuerte en los SEMEFOS del Edomex, Hidalgo y anexos, buscando las características físicas del tirador. Ya es una línea de investigación abierta que la célula criminal que ordenó el asesinato de los funcionarios de Clara Brugada haya sido asesinado como una manera de no dejar ningún cabo suelto", afirmó Balderas.
"Si esto fuera cierto, las posibilidades de resolver este crimen se reducen aún más, porque no tenemos una detención importante", agregó.
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Esta posibilidad disminuye considerablemente las probabilidades de esclarecer el caso. El periodo más fértil para obtener información, las primeras 72 horas, se ha perdido. Sin una detención clave, tampoco hay camino claro hacia los autores intelectuales del doble homicidio. La narrativa oficial ha evitado politizar el crimen, pero la magnitud del caso y los vínculos de las víctimas con el círculo más próximo de la ahora presidenta, Claudia Sheinbaum, dificultan esa neutralidad.
El asesinato, ocurrido en plena mañana y en una de las zonas más vigiladas de la capital, expone las limitaciones del aparato de seguridad y justicia. A pesar de contar con más de 90 mil cámaras de videovigilancia, apoyo del Ejército, Marina, Guardia Nacional, inteligencia federal y local, no ha sido posible localizar a los responsables. Este hecho mina la percepción de seguridad incluso entre quienes se consideran protegidos por el sistema.
El impacto emocional de este crimen ha repercutido entre periodistas y defensores de derechos humanos que, refugiados en Ciudad de México tras amenazas en sus lugares de origen, ven con preocupación que ni el centro político del país puede garantizarles seguridad. En redes privadas comparten sus temores y relatan cómo han comenzado a recibir mensajes intimidatorios que hacen eco del caso: si a ellos, tan cercanos al poder, los mataron sin consecuencias, ¿qué pueden esperar los demás?
"Si un asesinato se puede cometer a las 7 de la mañana de un martes en calzada de Tlalpan, en la alcaldía Benito Juárez, frente a una estación del Metro, y no se puede resolver, entonces, ¿dónde sí? ¿Dónde sí puede dar resultados el aparato de justicia?", cuestionó Balderas.
A este escenario de violencia y descoordinación se suman decisiones erráticas en operativos de seguridad, como el reciente desalojo del Foro Alicia, donde la presencia del Ejército en un evento antifascista recordó episodios de represión del pasado.
La ausencia de figuras como Ximena y José, quienes tenían la experiencia y el criterio para gestionar este tipo de situaciones con mayor sensibilidad, ya se hace evidente en las decisiones del gobierno local.
En paralelo, el contexto nacional de seguridad sigue siendo crítico, pese a los avances en el combate al fentanilo y la colaboración con Estados Unidos.
Aunque se han seguido al pie de la letra las recomendaciones del gobierno estadounidense, el crimen organizado sigue reinventándose, y los gobiernos estatales, en muchos casos, han eludido su responsabilidad, dejando a la Federación sola en una lucha que exige coordinación total.
El caso de Ximena y José, por tanto, no solo revela un crimen sin resolver, sino el estado de una ciudad, y un país, que lucha por contener la violencia sin encontrar una ruta efectiva ni contundente.
"Hay un mensaje de miedo que penetra en este tipo de crímenes que, en ese sentido, se parece mucho a lo que genera un atentado terrorista: el miedo inmediato de que esto nos puede pasar a cualquiera", señaló el periodista.
