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En medio de un clima bilateral cada vez más complejo, el gobierno de México ha reaccionado con firmeza frente a una propuesta legislativa en Estados Unidos que pretende imponer un impuesto del 5% a las remesas enviadas por migrantes. El secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, advirtió que se trata de un impuesto “discriminatorio” que afectaría directamente a millones de familias mexicanas.
Durante una entrevista con Manuel López San Martín en MVS Noticias, De la Fuente explicó los motivos por los que México rechaza categóricamente esta iniciativa que, aunque aún en etapa legislativa, ya ha encendido alarmas por sus posibles efectos sociales y económicos.
“Es un impuesto discriminatorio, porque va a pegarle a una proporción de la población que, por cierto, en los Estados Unidos contribuye de manera muy importante a su economía. Es un sector que paga impuestos. Ya lo hizo. ¿Por qué imponer un impuesto adicional?”
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El canciller subrayó que, aunque la propuesta fiscal no está dirigida exclusivamente a los migrantes mexicanos, su impacto sería directo y desproporcionado sobre comunidades latinas y, particularmente, sobre quienes envían dinero a sus familias desde el extranjero.
Unidad política y estrategia internacional
De la Fuente destacó que la postura del gobierno mexicano ha sido clara desde el inicio. En cumplimiento de instrucciones directas de la presidenta Claudia Sheinbaum, se envió una nota diplomática para expresar el desacuerdo con la medida. Además, el Congreso Mexicano —incluyendo tanto a legisladores oficialistas como de oposición— se ha pronunciado en unidad contra el posible impuesto.
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“Las voces han ido todas en el mismo sentido en nuestro país. Desde el gobierno, por supuesto, pero también en el Congreso, no importa si es la 4T o los partidos opositores. Está claro que este impuesto no es justo.”
El canciller detalló que México está explorando rutas jurídicas para combatir la propuesta. En particular, se revisa la posible violación de tratados internacionales relacionados con la doble tributación, que podrían ser clave para frenar la iniciativa.
Diálogo con EE. UU. y cooperación con otros países
A pesar de las tensiones, De la Fuente enfatizó que los canales diplomáticos con Washington siguen abiertos y operativos. México está dialogando no solo con autoridades estadounidenses, sino también con gobiernos de otros países cuyos ciudadanos serían igualmente afectados.
“Hay muy buena comunicación y la vamos a seguir cultivando en Washington y desde México, a través de nuestras embajadas y de los grupos que están siendo directamente afectados. También ha habido una buena movilización de con nacionales que están informando a sus representantes por qué se sienten lesionados.”
El secretario aseguró que, aunque Estados Unidos tiene plena soberanía para decidir sobre sus políticas fiscales, México no puede quedarse callado frente a una medida que vulnera directamente a quienes sostienen una parte importante de la economía bilateral.
“Ya quienes están enviando remesas hacen un enorme esfuerzo, contribuyen de manera tan importante a la economía de los Estados Unidos… solo el 18% de lo que generan es lo que llega como remesas a nuestro país. Ya pagó impuestos. ¿Por qué un impuesto adicional?”
Trump y Sheinbaum: relaciones complejas pero abiertas
En otro momento de la conversación, De la Fuente valoró positivamente el diálogo entre la presidenta Sheinbaum y el presidente estadounidense Donald Trump, que ha permitido mantener líneas de cooperación abiertas, pese a los múltiples frentes activos: comercio, migración y seguridad.
“Creo que mientras seamos capaces de mantener abiertos los canales de diálogo —y esa es la prioridad— habrá posibilidades de ir encontrando soluciones. Algunas tomarán más tiempo, otras serán más sencillas, pero en todas ellas se está trabajando.”
Frente al intento de imponer nuevos obstáculos económicos a los migrantes, el canciller fue claro: México usará todas las herramientas diplomáticas y legales para proteger sus intereses y los derechos de sus ciudadanos fuera del país. El mensaje es contundente: hay diálogo, pero también hay límites.
