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En entrevista para MVS Noticias con Luis Cárdenas, Óscar Balderas, periodista, habló sobre el rap bélico, el género tumbado que esquiva la prohibición y sobre “Los Chapitos”.
EU y sus acuerdos con “Los Chapitos”
Balderas denunció el doble discurso del gobierno estadounidense, que por un lado endurece la política migratoria y criminaliza a miles de personas, mientras por otro recibe con privilegios a familiares de narcotraficantes. “La hipocresía de Estados Unidos resalta en un proceso de deportación masiva donde migrantes son criminales, pero al mismo tiempo recibe a 17 personas de una familia de un narcotraficante como si fueran mártires”, señaló. “Lo más probable es que Ovidio Guzmán haya hecho un acuerdo con información importante”.
El periodista explicó que el testimonio de Ovidio pudo haber revelado conexiones entre el Cártel de Sinaloa y figuras políticas clave. “Seguro lo que dijo tiene que ver con los políticos. Eso explicaría por qué su familia está más segura en EU que en México”.
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¿Qué papel juega el rap bélico en México?
En ese contexto, Balderas aseguró que Los Chapitos y el rap bélico funcionan como dos frentes paralelos: uno en lo político y otro en lo cultural. “El corrido tumbado empieza a morir en espacios públicos, al mismo tiempo crece el narco rap, lo traslada a la guerra contra el narco”, comentó. “Un rap bélico que rapea a cárteles, pero también un segundo que odia al crimen organizado”.
¿Quiénes serían los perdedores si Ovidio Guzmán habla?
El periodista también habló del reacomodo del poder criminal. Señaló que “el gran perdedor es Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, que estará señalado junto con otros políticos”. En contraste, los Chapitos podrían seguir operando con relativa impunidad: “Podrán hacer sus acuerdos”.
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Asimismo, Balderas destacó a los Inzunza, una familia poco mediática pero clave en la financiación internacional del cártel. “Pedro Inzunza y su hijo han sido financiadores del Cártel de Sinaloa en Europa y Asia. No aparecen en narcomantas, pero son familias fondeadoras”, afirmó.
Con este panorama, el avance de Los Chapitos y el rap bélico representa no solo una nueva narrativa cultural del narcotráfico, sino un reflejo de pactos invisibles entre criminales y estructuras de poder que cruzan fronteras.