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Ataque en Australia expone la mezcla de antisemitismo y radicalización yihadista

El internacionalista Mauricio Meschoulam analiza las causas del reciente ataque en Australia, el aumento del antisemitismo y los riesgos del extremismo violento sin estructura organizada.

Ataque en Australia: antisemitismo, yihadismo y el riesgo del extremismo “casero”.
Ataque en Australia: antisemitismo, yihadismo y el riesgo del extremismo “casero”.Créditos: EFE.
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Entrevista a Mauricio Meschoulam

El reciente ataque en Australia vuelve a encender las alertas sobre el resurgimiento del extremismo violento en países occidentales, en un contexto marcado por la guerra en Medio Oriente, el aumento del antisemitismo y la persistencia de redes ideológicas radicales. 

En entrevista con MVS Noticias, el internacionalista Mauricio Meschoulam analizó las causas, los antecedentes y las implicaciones de este fenómeno, que combina viejas amenazas con nuevos detonantes políticos y sociales.

Australia, yihadismo y el contexto internacional actual

Meschoulam explicó que el caso australiano no es aislado ni reciente, sino parte de un proceso que se viene gestando desde hace más de una década. “Australia fue uno de los países occidentales que más vivió el ascenso en el yihadismo”, recordó, al señalar que durante años se detectaron y desactivaron múltiples planes de ataque vinculados a filiales de ISIS o a individuos que se decían afiliados a esa organización.

De acuerdo con el especialista, el repunte actual está directamente relacionado con el escenario internacional tras los ataques de Hamás y la yihad islámica en Israel y la posterior ofensiva israelí en Gaza. “Hay un aumento del antisemitismo en muchos países occidentales y en países como Australia esto se va a mezclar con lo que ya prevalecía anteriormente entre ciertas personas con afiliación yihadista”, advirtió.

Minicélulas, lobos solitarios y terrorismo sin estructura

Uno de los elementos más preocupantes, señaló Meschoulam, es la naturaleza de este tipo de ataques, protagonizados por individuos que no necesariamente responden a una organización formal. “Así funcionan normalmente las minicélulas: son familiares, son lobos solitarios o atacantes que operan sin el financiamiento o sin el entrenamiento propiamente hablando de alguna organización, pero sí muestran ciertos vínculos”, explicó.

Las autoridades australianas confirmaron que uno de los agresores era monitoreado desde 2019 por sus nexos con ISIS, lo que refleja las limitaciones de los sistemas de prevención. Para el internacionalista, el problema radica en que el proceso de radicalización es, en muchos casos, principalmente ideológico. “¿Hasta qué punto puedes intervenir cuando realmente el proceso es sobre todo ideológico?”, cuestionó.

Radicalización en línea y objetivos vulnerables

Meschoulam detalló que este tipo de terrorismo se alimenta de interacciones digitales, sin necesidad de una planeación sofisticada. “Estás hablando de personas que se conectan en línea, que leen textos, páginas web o se meten a grupos de chat, pero no están propiamente planeando un atentado”, señaló.

Esta lógica explica por qué los ataques suelen dirigirse a espacios abiertos y de difícil resguardo. “El acceso a las armas hace que estas personas puedan llegar a un objetivo que se considera blando, como lo es una playa”, apuntó, al destacar que estos actos buscan generar terror, pero también provocar debates políticos y sociales amplificados por los medios y las redes.

Polarización, antisemitismo e islamofobia

El impacto de estos atentados, advirtió el analista, va más allá de la violencia inmediata. “Tras un atentado los polos se fortalecen y se debilita la discusión en el centro”, afirmó, subrayando que los reduccionismos alimentan tanto el antisemitismo como la islamofobia.