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En su colaboración para MVS Noticias con Luis Cárdenas, el periodista Óscar Balmen relató cómo Querétaro ha dejado de ser ese "santuario" libre de violencia del crimen organizado.
Desde 2009, la capital queretana ha mostrado indicios alarmantes de la presencia de cárteles, algo que muchas personas negaban.
Los inicios de la violencia en Querétaro
Brenda Rangel fue una de las primeras en vivir de cerca esta realidad; en noviembre de ese año, su hermano Héctor desapareció tras ser interceptado en Monclova, Coahuila, bajo circunstancias relacionadas con la operación de Los Zetas en Querétaro y Coahuila.
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El testimonio de Brenda, quien desde entonces ha alzado la voz para visibilizar el impacto del crimen organizado en el estado, subraya cómo este estado se ha transformado en un escenario más de violencia y desapariciones.
Según Óscar Balmen, “Querétaro no es la ciudad santuario que presume estar a salvo de la violencia de los cárteles; las matanzas que vemos en otros estados también ocurren en sus calles y comercios supuestamente blindados”.
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Los Zetas y su influencia
En su investigación, Balmen reveló que las autoridades municipales en Coahuila estaban comprometidas con Los Zetas a través de una clave secreta conocida como "92 Sierra", que se activaba cuando identificaban vehículos foráneos con dos o más hombres a bordo.
Fue bajo esta “falsa decencia” que los Zetas encontraron su espacio en el estado, en una ciudad que les dio la bienvenida mientras mantenían una apariencia de honorabilidad.
Balmen explicó que la desaparición de Héctor Rangel fue solo el comienzo de una larga lista de víctimas. "Querétaro se acostumbró a ellos rezando el mantra de la ceguera: ‘Acá viven con sus familias, por eso no hay violencia’", agregó el periodista, destacando cómo el crimen se arraigó profundamente en la sociedad queretana mientras la gente optaba por ignorar la amenaza.
Hoy, Brenda Rangel es reconocida por su activismo, y su voz sigue alertando al país de que el estado no es inmune al crimen organizado.
Las desapariciones forzadas y los secuestros son ahora una realidad que ronda a miles de familias en este estado, un Querétaro que, hace 15 años, alguien trató de abrir los ojos.