Esta tarde volverá el presidente y su gabinete a la plaza pública: el zócalo –el escenario natural de la vida política de Andrés Manuel López Obrador– revivirá su triunfo histórico y avasallador del 2018 (30 millones de votos a su favor, de los 56 millones de votantes que acudimos a las urnas) para festejar el 5° año del suceso de la izquierda mexicana que llevó a un relevo ideológico y partidista después que en el año 2000 ensayamos la alternancia con el partido conservador Acción Nacional y tras dos sexenios volvía el oficialista PRI a sepultar su ideología cuasi dictatorial.
La esperanza se sembró aquella tarde-noche en que el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia se definía como el vencedor absoluto y contundente… Cinco años después, la decepción de muchos que creímos en su estrategia mediática de campaña confirmaba la sentencia marxista: “la historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa”.
Conforme han avanzado este lustro y casi en la entrada a la recta final del sexenio lopezobradorista, hemos pasado de la farsa, a la comedia, al melodrama y al final es saldo es una tragedia ideológica-social, con un desencanto que conforme avanza el reloj en cuenta regresiva agudiza su autocrítica para reconocer las enormes deudas generales para hacer un sistema mucho más integrador en la política social y pública. Enraizando un divisionismo que parece irreconciliable, aunque fortaleciendo su figura y proyecto(?) que busca eternizarse en lo que ha llamado su Cuarta Transformación.
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Dando un voto a favor a su proyecto está la reconfiguración del mapa político en estos últimos años que país de 25 estados gobernados por los partidos PRI; PAN y PRD, hoy 22 de los 32 están dirigidos por MORENA, a pesar de haber perdido su mayoría absoluta en el Congreso en el 2021: de 252 a 202 diputados y de 127 a 60 senadores. Y bajo ese esquema, ha podido desdibujar una oposición sólida y fuerte, capaz de enfrentar en las elecciones del 2024 a una robusta figura que define un partido como es MORENA; de ahí que es tan importante para el presidente, su mensaje, su presencia y su fuerza en la plaza pública este sábado, justamente a un año de que su candidato vuelva al templete para alzarse ganador, y con ello continuar el proyecto ideológico lopezobradorista.
Estamos en la recta final de la presencia oficial de Andrés Manuel López Obrador, en los siguientes meses y antes que termine el 2023 veremos inaugurar sus obras insignes a la usanza priísta: el tren maya, el complejo cultural del Bosque de Chapultepec, la infraestructura que conecte la ciudad de México con el Aeropuerto Felipe Ángeles, y con ello dar el espaldarazo a su candidato que mejor represente su continuidad ideológica. Mientras la oposición se debate entre convencer a Movimiento Ciudadano de ir en bloque para lograr una verdadera contienda con posibilidades de triunfo. Casi imposible se logre este acuerdo.
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La tensión política no está en las corcholatas, las encuestas de la oposición, sino en seguridad, la crudeza de las actividades ilícitas ligadas al narcotráfico, la migración y el sistema de salud que comienza a expresarse en las calles tras los efectos pandémicos y de gestión pública. Y esos sí son temas que atañen directamente a la ciudadanía, esa que habremos de acudir o no a las urnas dentro de 365 días. Es poco tiempo para acciones contundentes y demasiado para sobrevivir lo que nos viene… ¿Aquí nos tocó vivir, qué le vamos hacer, nos responde Ixca Cienfuegos.