OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

El pinkwashing nos alcanzó

En 2002 surgió el término pinkwashing por parte de la asociación Breast Cancer Action para denunciar una práctica desleal y engañosa de varias marcas.

Mes del Orgullo.
Mes del Orgullo.Créditos: Pexels
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El término washing es utilizado en la mercadotecnia para referir prácticas que se hacen pasar como buenas o beneficiosas, pero en realidad no lo son. Podríamos enumerar un sinfín de éstas que las marcas, empresas de productos y servicios utilizan para literalmente lavar su imagen. En 2002 surgió el término pinkwashing por parte de la asociación Breast Cancer Action para denunciar una práctica desleal y engañosa de varias marcas y empresas que en sus empaques utilizaban un listón rosa en señal de apoyo a la lucha contra el cáncer, pero que sus productos que ponen en el mercado están fabricados con ingredientes y materiales cancerígenos. 

Con campañas y activaciones mediáticas estas empresas buscaron incrementar sus compras con la llamada estrategia de Empresa Socialmente Responsable, pero en el fondo escondían la esencia de sus productos. Lo que derivó en poner en sus etiquetados los ingredientes y efectos nocivos a la salud, de ahí el lavado de cara que las empresas y consorcios de productos y servicios hacían con estrategias engañosas. Eso mismo es lo que desde hace varios años está ocurriendo con los temas, servicios, productos y eventos para y por las sociedades diversas. 

En el año 2012 el Estado de Israel se presentaba como un territorio gay-friendly, sin embargo, de forma sistémica se violan los derechos humanos de la población LGBT+; en consecuencia, los activistas comenzaron a referirse a esta simulación de inclusión como pinkwashing, un lavado rosa para la comunidad diversa, que seguía siendo acosada, perseguida y torturada. 

En México, desde hace algunos años, las empresas, marcas y prestadores de servicios han aprovechado las actividades de la Marcha LGBT+ para apropiarse del espacio y el evento y tener presencia de sus productos, con estrategias engañosas y altamente lucrativas a través de los “organizadores” quienes se apropiaron de una expresión, denuncia y activismo colectivo, diseñando estrategias mercadológicas, financieras y comerciales para atraer marcas y lucrar con el evento para beneficio particular. 

La suma de empresas a la inclusión de agenda LGBT+ debe ser cada vez una práctica más frecuente y urgente y no una excepción emergente que aparecen con sus logos de inclusión en sus fachadas en el mes del orgullo diverso. Pero, que son una simulación, un engañoso ejercicio alevoso para atraer consumo y aumentar ventas. Porque muchas de estas empresas que se pintan de arcoíris en la práctica ni son socialmente responsables, incluyentes o con agenda de género. Como ocurre con los bancos que no otorgan créditos a personas que viven con VIH-SIDA; o en casi ninguna oferta laboral de empresas hay vacantes para personas trans. Eso es solo una muestra de la simulación e hipocresía con que actúan perversa e irresponsablemente ejerciendo violencia y violación a los Derechos Humanos. 

Es por ello, que recuperando la esencia de la Marcha LGBT+ que este sábado llega a su edición 45, se ha conformado un Bloque Disidente que suma las voces de varias agrupaciones, colectivos y asociaciones civiles que buscan frenar y tomar postura sobre un grave tema que desvirtúa el origen de nuestra expresión pública: es una Marcha que connota protesta, denuncia, reflexión y visibilización de las agendas pendientes en materia de Derechos Humanos, sexuales, reproductivos, de género, de violencia por transfobia y serofobia entre muchos temas aún en deuda sistémica e histórica del Estado. 

La invitación es sumarse este sábado, acercarse a las calles de Reforma hasta la plancha de la Plaza Mayor, y escuchar, leer las pancartas, involucrarse en esta Marcha LGBT+ que es más que lentejuelas, plumas y pinkwashing. 

Abramos la discusión: @salmazan71