Hace medio siglo que en nuestro país se festeja el tercer domingo de junio el Día del Padre y como toda celebración se acompaña de campañas, discursos y eventos públicos que refrendan el consumo y los conceptos idealizados de la familia desde el punto de vista patriarcal. Pero ¿se puede romantizar y promover un día de algarabía al padre mexicano, cuando en nuestro país 3 de cada 4 hijos de padres separados no reciben pensión alimentaria?...
En nuestro país, según el informe 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México, hay 38 millones de mujeres que son madres y poco más de cuatro millones son madres autónomas, es decir que el 11% de estas mujeres son las únicas encargadas de la educación, manutención y cuidado de los hijos que debían ser responsabilidad compartida de sus padres o tutores a pesar de no vivir juntos. Sin embargo, en el último año se ha incrementado la cifra de padres deudores alimentarios a pesar de contar con una determinación del juez para cubrir esta obligación y derecho que los hijos, hijas e hijes tienen como es alimentación, asistencia médica, habitación, vestido y educación.
La estructura con que opera el sistema civil y jurídico en nuestro país para hacer cumplir las leyes de la familia vuelve casi nulo las formas de garantía a la obligación alimentaria del padre, cónyuge o concubino hacia sus hijos, en muchos casos, más de la mitad de los deudores alimentarios morosos recurren de manera intencional y dolosa a malas prácticas: ponerse en situación de ilocalizables, cambiar de residencia e incluso de país, llegar a acuerdos con sus empleadores para registras menos sueldo o aparentes bajas laborales, trabajar por su cuenta declarando menos ingresos de los reales, no emplearse, no contar con muebles o inmuebles a su nombre, entre otras prácticas que incluso son solapadas por las familias de los deudores morosos que protegen y avalan estas prácticas de incumplimiento legal y civil.
A pesar de que en fechas recientes se aprobó la Ley 3 de tres en materia de registro a cargos públicos en que sus candidatos deberán presentar los certificados de no deudores alimentarios morosos, so pena de impedir su participación como servidores públicos, así como restricciones migratorias como medio de evasión de su deuda. Aún está por comenzar a operar en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia y en los órganos supervisores para este cumplimiento., mientras que las madres autónomas deberán continuar siendo las únicas proveedoras, responsables y comprometidas de los hijos de una pareja que uno de ellos no cumple con su papel.
El otro lado de este escenario, es el estigma social, el reforzamiento patriarcal de los juicios y descalificaciones a las que son sometidas las madres autónomas, las mujeres que denuncias a los deudores alimentarios morosos y las orillan al rechazo, con calificativos como abusadoras, aprovechadas, ambiciosas y manipuladoras, victimizando a los padres deudores y el sistema patriarcal de los órganos civiles y sistemas de justicia en nuestro país aún con prácticas de desigualdad y revictimización a las madres que reclaman y denuncian a los estos padres deudores alimentarios.
Este domingo que los restaurantes se llenen de familias y padres para celebrarlos, podría ser un espacio también para que reflexionar sobre las costumbres, ideologías patriarcales que impiden en muchos hogares mexicanos el sano desarrollo de un niño, niña y niñe que ante la morosidad de su padre deudor alimentario queda marginado en las oportunidades sociales del desarrollo integral y ojalá pronto cambiemos esta romantización de las figuras paternas y maternas por los compromisos compartidos que promuevan ciudadanos, ciudadanas y ciudadanes más plenos y responsables.