La Catedral de San Ildefonso, en el corazón de Mérida, no solo es la más antigua de Yucatán, sino también la primera construida en tierra firme del continente americano. Dedicada a San Ildefonso, es sede de la Arquidiócesis del estado y un símbolo de la historia colonial de México.
Su construcción comenzó en 1562, sobre los restos de la ciudad maya de T’Hó, y finalizó en 1599. Solo la Catedral de Santo Domingo, en el Caribe, la supera en antigüedad en toda América.
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Una joya arquitectónica con siglos de historia
La edificación fue autorizada por el Papa Pío IV a petición del rey Felipe II, y estuvo a cargo de Pedro de Aleustia, quien fue sucedido por Juan Miguel de Agüero.
El resultado es una imponente estructura de tres naves, dos torres con estilo morisco y una cúpula adornada con arcos botareles. La fachada presenta un sobrio estilo renacentista con columnas toscanas, una puerta del perdón y esculturas de San Pedro y San Pablo. Durante el siglo XIX y principios del XX, la Catedral de San Ildefonso vivió momentos difíciles.
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En 1915, por órdenes del general Salvador Alvarado, fue saqueada y perdió valiosas piezas de arte sacro, incluidos retablos barrocos, el Tesoro Catedralicio y un órgano alemán recién instalado en 1902. Un año después, se demolieron dos capillas para crear el actual Pasaje de la Revolución.
El Cristo de la Unidad y otras imágenes emblemáticas
En el altar mayor se encuentra el “Cristo de la Unidad”, una escultura monumental de madera considerada la imagen de Cristo crucificado bajo techo más grande de su tipo.
Fue realizada por el artista español Lapayese del Río, tras la destrucción del retablo original en los disturbios de 1915.
También se venera en la Catedral de San Ildefonso al “Cristo de las Ampollas” y a “Santa Eulalia”, una imagen regalada por la ciudad española de Mérida en los años 60.
Visitar este templo es acercarse a siglos de historia, fe y arquitectura. La Catedral de San Ildefonso es, sin duda, un tesoro del patrimonio cultural de Yucatán.