En Yucatán el problema no es la disponibilidad del agua, es la calidad. En otras palabras los contaminantes como agroquímicos y heces fecales, que traspasan el suelo y subsuelo, y se filtran.
Además, aunado a esto los efectos del cambio climático, entre estos un aumento en el nivel de los océanos, están desplazando las reservas subterráneas de agua dulce. En ese sentido, las reservas ecológicas o áreas naturales protegidas cumplían un papel primordial en la mitigación del calentamiento global, que aseguraría el agua a las personas.
Sin embargo, la proyección es que el aumento del nivel del mar desplace a la capa de agua dulce y salinice las reservas de agua potable disponibles en Yucatán en las próximas décadas.
“Una de las funciones de la zona geohidrológicas del anillo de cenotes es que se contemplaron además de áreas de reserva, es que dentro de los escenarios de cambio climático la capa de agua salada (de mar) debajo de la capa de agua dulce salinice las reservas hídricas”, ,explicó en entrevista el ingeniero ambiental con estudios en física, Alberto Noh Miranda.
La salinización obligaría a construir las plantas de extracción de agua potable cada vez más lejos para poder llevar el agua a las personas.
