El transporte público en Yucatán continúa siendo un reto diario para miles de usuarios que dependen de él para llegar a sus trabajos, escuelas y compromisos. Desde tempranas horas del día, en paraderos clave como el centro de Mérida, las afueras de plazas comerciales y los accesos a fraccionamientos, las filas se extienden por decenas de metros.
Los usuarios reportan tiempos de espera que superan los 30 a 45 minutos, especialmente en rutas con alta demanda y pocas unidades circulando. “Llego a la parada a las 6:30 de la mañana y a veces pasa una hora antes de que suba a una combi”, comenta María Gómez, vecina del fraccionamiento Juan Pablo II.
Esta situación se agrava en horas pico, donde la cantidad de usuarios supera la capacidad del sistema. Algunos camiones pasan llenos, sin detenerse, dejando varadas a decenas de personas en cada punto.
Aunque el gobierno estatal ha impulsado proyectos como “Va y Ven” para mejorar la eficiencia del transporte, aún quedan muchas zonas donde el servicio sigue siendo irregular. Además, la falta de información en tiempo real sobre las rutas y los horarios genera más incertidumbre entre los pasajeros.
Los ciudadanos piden una mayor cantidad de unidades, mejor organización de las rutas y tecnología que les permita planear mejor sus recorridos. Mientras tanto, las filas y la espera se han vuelto parte del día a día para quienes no tienen otra opción más que el transporte público.
La movilidad urbana es un derecho que requiere atención constante. Mientras no se solucionen los problemas estructurales del transporte público, los usuarios seguirán enfrentando días marcados por el cansancio, la impuntualidad y la frustración.
