¿Qué está pasando con la cordialidad que antes caracterizaba a los conductores?
En los últimos años, Yucatán ha experimentado un notable crecimiento en su parque vehicular. Cada vez hay más autos en circulación, más fraccionamientos y más movilidad urbana. Sin embargo, este incremento no ha venido acompañado de una mejor convivencia vial; por el contrario, numerosos ciudadanos señalan que conducir en el estado se ha vuelto una experiencia cada vez más tensa y agresiva.
Lo que antes eran excepciones hoy parecen ser conductas comunes: manejar en sentido contrario, rebasar en zonas prohibidas, dar vueltas donde no corresponde y, por supuesto, conducir a exceso de velocidad. Pero el problema no termina ahí. Cuando alguien señala la falta o llama la atención al conductor que comete la infracción, la respuesta suele ser enojo, insultos e incluso reacciones violentas.
Para muchos yucatecos, manejar ya implica prepararse mentalmente para recibir alguna ofensa, un gesto de prepotencia o un acto de “gandallismo” por parte de otros automovilistas. La sensación generalizada es que se ha normalizado romper las reglas, y que reclamar respeto se percibe casi como un acto de provocación.
¿Qué está pasando en Yucatán?
Especialistas en movilidad señalan que el crecimiento acelerado del número de vehículos debe ir acompañado de educación vial, campañas de sensibilización y aplicación estricta del reglamento. Sin embargo, también hay un factor social evidente: la pérdida de valores básicos de convivencia, como la paciencia, la cortesía y el respeto al otro.
Lo que preocupa a vecinos y conductores es que, mientras más autos circulan, más necesario sería promover la amabilidad, la prudencia y la responsabilidad. Pero la realidad actual parece ir en sentido contrario.
La urgencia de recuperar la cordialidad
En un estado que históricamente ha presumido su tranquilidad y buena convivencia, la agresividad vial representa una señal de alerta. Recuperar la cortesía al volante ceder el paso, respetar los límites, disculparse por un error, evitar la violencia— no solo es un asunto de buenas maneras: es un tema de seguridad y de construcción de comunidad.
Hoy, en Yucatán, donde hay más vehículos que nunca, la amabilidad debería permear, no desaparecer.
