La primera vez que alguien violó a Lucero, ella tenía siete años. O tenía ocho.
El dolor que le causaron esas manos que apretaban su cuerpo le han afectado la memoria.
Tampoco recuerda quién la tocó primero, si fue su abuelo o su primo, porque desde que entró a la primaria ambos elegían turnos para abusar sexualmente de ella en su casa en Veracruz, México.
Cuando entró a la secundaria, reunió a su familia y desenterró frente a ellos su secreto: yo, Lucero, soy lesbiana.
En venganza, la lastimaron con otro secreto guardado en la familia: nosotros, tus padres, ya lo sospechábamos y por eso permitimos que te violaran cuando eras muy pequeña.
"Para que aprendieras a ser mujer desde chiquita", le dijo su papá.
Desde entonces, el abuso sexual para "corregir" su orientación sexual, como si se tratara de una enfermedad, siguió a Lucero como una sombra.
Un maestro en su secundaria se enteró que le gustaban las chicas y la violó.