La comunidad de Tilapan, en el municipio de San Andrés Tuxtla, Veracruz, fue sacudida por un acto de violencia sacrílega cuando un hombre, identificado como Miguel ‘N’, de 55 años, irrumpió en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe y prendió fuego al altar principal mientras gritaba que “el diablo me lo ordenó”.
El hecho, ocurrido el jueves 21 de agosto de 2025, dejó dos colaboradores heridos y tres mujeres con crisis nerviosas. Tras el incidente, la Diócesis de San Andrés Tuxtla realizó una Misa de reparación y consagración para restaurar la santidad del lugar.
¿Qué pasó en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en Veracruz?
Fue alrededor de las 17:00 horas, cuando Miguel “N” ingresó al templo semidesnudo y armado con un machete. Según testigos, actuaba de manera alterada, posiblemente bajo los efectos de estupefacientes.
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Avanzó hacia el altar, roció combustible y lo incendió, además de quemar imágenes religiosas. Dos colaboradores que intentaron detenerlo resultaron lesionados por el machete que tenía en sus manos.
La policía municipal acudió al lugar tras llamadas al 911 y logró detenerlo sin resistencia. Durante su arresto, el hombre repetía frases incoherentes sobre órdenes diabólicas.
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Respuesta de la Iglesia: Misa de desagravio y ritual de reparación
El obispo de la Diócesis de San Andrés Tuxtla, Mons. José Luis Canto Sosa, ordenó medidas inmediatas para responder a la profanación. El templo fue cerrado temporalmente, y se removieron todos los ornamentos del altar—manteles, flores y lámparas—como señal de penitencia.
El viernes 22 de agosto, a las 18:00 horas, se celebró una Misa de reparación y consagración presidida por el obispo. La ceremonia inició en el Parque Principal de Tilapan, desde donde los fieles procesionaron hacia la iglesia.
El Padre Teódulo Morales Meza, vocero diocesano, explicó que este rito busca “expiar cualquier profanación o sacrilegio cometido contra un lugar sagrado” mediante oraciones, bendiciones y la unción del altar con óleos sagrados. La participación de la comunidad fue masiva, reflejando la unidad espiritual ante el acto violento.
La profanación de un templo católico, especialmente cuando involucra la Eucaristía o el altar, es considerado uno de los pecados más graves en el derecho canónico. El Código de Derecho Canónico establece que los lugares sagrados violados no pueden usarse para culto hasta que se realice un rito penitencial. Además, quienes cometen actos sacrílegos con intención maliciosa enfrentan excomunión.
El impactante incidente de profanación en la iglesia de Tilapan, Veracruz, donde un hombre aseguró "el diablo me lo ordenó", trascendió el mero acto vandálico para convertirse en una prueba de fe para la comunidad católica de la región.
