“¡Ay, mamacita!”, es lo que diríamos cualquiera de nosotros al ir caminando por las calles y de repente toparnos con un vendedor de café y tortas, pero sobre todo al darnos cuentas que no se trata de cualquier persona, sino del mismísimo nieto de Adalberto Martínez, “Resortes”, que en lugar de colgarse de la fama de su legendario abuelo, decide ganarse así la vida en la CDMX.
Pero sí, así es, pues cuando apenas el reloj marca las 3 de la mañana este joven comienza su jornada laboral preparando café y tortas con dedicación, sin muchos de sus clientes imaginándose que es mismo joven sonriente y trabajador es nieto de Resortes, uno de los comediantes más queridos de la época de oro del cine mexicano.
El legado de Resortes sigue vivo gracias a su nieto
Recordado por sus papeles cómicos y su peculiar estilo al bailar, décadas después el legado de Resortes sigue vivo, aunque de una forma inesperada y gracias a su nieto, quien se ha vuelto viral en redes sociales no por dedicarse a la actuación, sino por vender café y tortas en las calles de la CDMX.
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Montado sobre un triciclo, en un video compartido por el creador de contenido “Los Tripones” se puede ver al nieto de Resortes atendiendo su puesto ambulante llamado “Desayunos El Pollis”, asegurando que aunque no lleva el apellido Martínez debido a que su padre fue hijo fuera del matrimonio, está orgulloso de su herencia y que no busca fama por ser nieto del actor, pues su prioridad es trabajar y salir adelante por méritos propios.
Así es el nieto de Resortes que vende café y tortas
“¡Ay, mamachita!”, dice el joven mientras ofrece café, chococafé, té, tortas, pan dulce y cuernitos, haciendo alusión a una de las frases icónicas de su abuelo Adalberto Martínez: “Mi abuelito fue Resortes, pero a mí me gusta ganarme el sustento diario. No me cuelgo de su fama. Yo soy yo y hago lo mío”, expresó.
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“Nosotros apartamos el pan y lo envolvemos. Lo único que nos dan es el agua, que ya viene hervida”, explica mientras prepara uno de sus populares chococafés y añade: “No quiero que mi trabajo valga por mi apellido. Quiero que la gente venga porque les gusta lo que hago, no por quién fue mi abuelo”, al tiempo que también acomoda los insumos y recibe a los primeros clientes del día con una energía contagiosa.
