Muy probablemente si te ofrecen pedos de monja no se antojarían o podrías preguntar ¿a qué saben?, ¿a qué huelen?, pero contrario a lo que pudieras pensar ha sido catalogado como delicioso y ha conquistado a miles de personas alrededor del mundo.
El origen del nombre llevan a un postre catalán que creó un chef italiano, quien bautizó aquel bizcocho con el nombre de petto di monja; los catalanes pronunciaron petto como pedo y de ahí se les quedó el nombre y hoy en día se ha popularizado en Puebla y Querétaro, por solo mencionar algunos sitios de México donde se pueden encontrar.
Básicamente son un tipo de galletas dulces hechas a base de masa, que son fritas, luego espolvoreadas con azúcar y, en algunos casos, rellenas de chocolate.
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¿Cómo llegaron a México?
Una vez que estas galletas arribaron a Querétaro provenientes de España, los habitantes locales desarrollaron su propia receta en la que incluyeron ingredientes como huevo, azúcar, harina, ralladura de limón y cobertura de chocolate, como señala el sitio Cocina Delirante.
Recetas de los pedos de monja
De acuerdo con La cocina en los conventos, la receta española del pan, postre, dulce o galleta conocido sutilmente como "Suspiros de monja":
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Ingredientes
- 250 g de harina
- 75 g de mantequilla
- 25 g de azúcar
- 4 huevos
- 1 vaso de leche
- Ralladura de limón
- Azúcar glas
- Aceite
- Sal
Preparación
Pirmeramente pones a hervir la leche junto con la mantequilla, el azúcar, la sal y la ralladura de limón. Cuando rompa el hervor, se retira el limón y se añade la harina, removiendo sin parar. Se deja cocer 20 minutos, sin dejar de revolver para evitar los grumos.
Se retira del fuego, se agregan los huevos, uno a uno, sin parar de batir y no echando el segundo hasta haber incorporado bien el primero. Una vez todo unido, se toman pequeñas porciones —del tamaño de una nuez— y se fríen en una sartén con abundante aceite caliente hasta que están doradas.
Ha de tenerse en cuenta que los suspiros crecen mucho en la sartén y ellos solos dan la vuelta en el aceite. Por último, y ya en su punto, se escurren bien y se pasan a una fuente para espolvorearlos con azúcar glas antes de servirlos.