En las últimas tres décadas, la NASA ha confirmado la existencia de más de 5.500 exoplanetas, planetas que orbitan estrellas fuera de nuestro sistema solar. Este número aumenta cada año, y con él, la posibilidad de encontrar un mundo similar al nuestro que pueda albergar vida.
¿Qué hace que un exoplaneta sea habitable?
No todos los exoplanetas son candidatos a albergar vida. Para ello, deben cumplir con ciertas características:
- Tamaño: Ser rocoso, similar a la Tierra o una súper-Tierra (hasta dos veces más grande que la Tierra).
- Ubicación: Encontrarse dentro de la zona habitable de su estrella, donde las temperaturas permiten la existencia de agua líquida.
- Atmósfera: Poseer una atmósfera que proteja al planeta de la radiación y regule su temperatura.
- Agua: Contener agua líquida en su superficie o a poca profundidad.
La vida en la Tierra ha pasado por diversas etapas a lo largo de millones de años. Un exoplaneta habitable no tiene que ser una copia exacta de nuestro planeta, sino que puede estar en una fase diferente de su evolución. La presencia de agua, un escudo magnético y una distancia adecuada a su estrella son los elementos clave para la formación de vida.
Te podría interesar
El estudio de exoplanetas habitables nos permite observar las diferentes etapas del proceso de formación de vida en el universo. Estos mundos pueden ser como una ventana al pasado de la Tierra, mostrándonos cómo era nuestro planeta hace miles de millones de años.
El futuro de la astrobiología
El objetivo final de la NASA es encontrar pruebas irrefutables de vida en un exoplaneta. La rapidez con la que esto se logre dependerá de dos factores: la frecuencia con la que la vida surge en la galaxia y la suerte que tengamos en nuestros primeros pasos de exploración.
Te podría interesar
Observar exoplanetas es una tarea compleja. Hasta ahora, solo se ha logrado fotografiar un pequeño porcentaje de ellos. Sin embargo, los científicos han desarrollado técnicas como el método de tránsito para confirmar su existencia.
Los exoplanetas más prometedores en la búsqueda de vida se encuentran en el sistema Trappist, a 39 años luz de distancia. Este sistema alberga siete planetas rocosos, algunos de ellos en la zona habitable de su estrella enana roja.